Esa sería la versión posmoderna de la frase de Descartes al definir el pensamiento como prueba de la existencia del ser humano.
El pensamiento ya no es el hilo conductor de la comunicación humana, ahora es el ataque salvaje en redes, especialmente en X, donde “conversan” los formadores de opinión.
Juan Gabriel Vásquez, escritor colombiano, en una entrevista del diario La Nación hace pocos días dijo:
“Las redes sociales han tenido la consecuencia perversa de encerrarnos a cada uno en un pequeño perfil creado por los algoritmos que nos distingue ligeramente del vecino y enormemente del contradictor o del enemigo ideológico, de manera que rompen cualquier posibilidad de diálogo o de convivencia”.
Un resumen muy claro de la comunicación polarizada, consecuencia de la consolidación de las redes sociales. Desapareció la historia, la ciudadanía, el civismo, los puntos de encuentro que nos permiten convivir en una sociedad.
Es un fenómeno general. Trump acusa a los migrantes de comer perros y gatos. Milei lanza las “Fuerzas del Cielo”, su “brazo armado”, su “guardia pretoriana”. Hay muchos ejemplos más.
En Ecuador, el debate político refleja esa triste realidad. Insultos van y vienen entre autoridades, candidatos, periodistas militantes, opinólogos y por supuesto, troles pagados por gobiernos y organizaciones políticas.
Por ahí hay un medio digital con segmentos llamados “Hablando V3rgas”, “El Puteadero”; es en esos espacios donde se construye la opinión política: un gran alcantarillado abierto.
Hace unos días, diario Expreso titulaba su editorial, La Miseria Moral en la Insultadera Digital”; tan duro como cierto.
Ya tuvimos a Correa insultando cada semana a periodistas, empresarios, jóvenes activistas, artistas, a cualquiera que se atrevía a pensar distinto. Inmediatamente, sus huestes, los “guerreros digitales”, salían a atacar, amenazar y perseguir: el miedo paralizó toda forma de civismo.
Ahora seguimos sembrando violencia en las nuevas generaciones que cada vez más ven con normalidad todo esto.
Me pregunto: ¿En este contexto, es posible generar acuerdos, construir la agenda indispensable para levantar al Ecuador de la peor crisis desde el regreso a la democracia?
No lo veo posible. Creo que, con esta forma agresiva de relación humana no hay forma de volver a ser una sociedad integrada.
Quienes entendemos la gravedad de esta confrontación estúpida, tenemos que promover principios y valores que son la base de la convivencia humana: respeto, cortesía, tolerancia.
Respeto, luego existo.
cómo siempre muy buen análisis y mejor aún expresado…
Excelente editorial Pipo.
La política llevada a la cloaca, redes sociales manejadas por perversos e ignorantes, cuyo resultado será la polarización y la violencia.
Aplicar el sentido común es muy difícil.
Felicitaciones.