No es algo traído de los cabellos pensar en la penetración de las estructuras criminales de diversa índole que ha sufrido el país, y que varios analistas las entienden por fases- muchas de ellas en discusión. El punto de partida de la actual criminalización asimétrica del Estado, se vinculó directamente con una consolidación incipiente de la geoeconomía de narcotráfico, con actores criminales locales- del inicio de un proceso ligado a la economía del narcotráfico en sus diversas fases [1] (cuyo punto de arranque fue desde 1990- 2000) fase en la que recién se detectan pequeños grupos locales y bandas urbanas aún no ligadas orgánicamente al negocio de las drogas. En la siguiente fase se detecta, el tránsito de insumos para procesar la cocaína y tráfico de armas a los grupos irregulares en Colombia y posteriormente y con la expansión de los grandes carteles trasnacionales de la droga – carteles mejicanos, colombianos, brasileros-empieza a formar parte de una lógica regional y global más amplia y compleja y el país va mutando en un país de acopio y plataforma internacional de distribución de la cocaína (2004-2010).
Posteriormente, se evidencia una proliferación de actores criminales y multiplicación de mercados criminales ligados ya no solo al tráfico de drogas sino otras actividades conexas, en donde es clara la estratificación de diversos grupos criminales pequeños y otros de mayor envergadura, pero continúa estando el país ligado a la geoeconomía de la droga, en este caso, el país muta y se torna en un país de procesamiento de producción interna e internacional de la cocaína, que consolida las lógicas regionales de cadenas de valor del mercado especialmente de drogas de drogas de Colombia, Perú, México. Estas fases pueden ser reconocidas como fases de expansión y consolidación (2010-2017). Esta fase es importante no solo por el tema del mercado de drogas sino por la configuración de procesos de gobernanzas criminales incipientes y luego muy afianzadas en determinadas provincias y zonas estratégicas del país. Sin duda, estamos ante un escenario en donde la proliferación de los mercados criminales multiactor dan pie a la conversión de Ecuador en la principal plataforma de exportación de cocaína hacia la ruta del Pacífico, coincide con la multiplicación de la inseguridad y tipos de violencia asociada a mercados internacionales de gran envergadura (2017- 2024) y la legitimación combinada entre gobernabilidad híbrida y alternativa.
Ante una síntesis que puede resultar simple, lo que interesa notar es que las mutaciones de los mercados y actores criminales han sido constantes, y han entretejido fenómenos nuevos que afectan al país y sus dinámicas regionales. La diseminación de grupos criminales, las nuevas ventanas de oportunidad para innovadores negocios criminales, el posicionamiento estratégico de la delincuencia La penetración de las estructuras criminales de manera concurrente-a veces invisible- en diversos territorios -de manera orgánica y hasta concurrente- hacen prever por la tendencia pesada, y variables críticas visibles(económica, baja resiliencia del Estado, débil conducción política estatal, mayor diseminación y proliferación de mafias y criminales en diversas generaciones, la elevación de índices de percepción de inseguridad, penetración de la criminalidad en diversas instituciones del Estado, narrativas criminales de legitimación, construcción de santuarios urbanos) la expansión de la inseguridad y violencia a los espacios urbanos, a ciudades estratégicas en el país, con nuevas rutas de acción tácticas que indiscutiblemente pondrán contra la espada y la pared, algunas recetas aplicadas por el gobierno para la neutralización y control a partir del decreto del CANI. Es preciso anticiparse, empezar a pensar en potenciales conflictos asimétricos urbanos públicos y privados frente a la atomización de las estructuras criminales y de la propios grupos poblacionales. Hemos tenido ya varios episodios de un escenario crítico; por ejemplo, en Quito, Manta, Guayaquil, que comprometerá no solo a la población civil sino la misma la infraestructura de las ciudades y la infraestructura crítica estatal física y digital. La creciente urbanización de las ciudades, la concentración poblacional, la fusión entre grupos criminales y delincuenciales, lo escenarios de confrontación mediática en redes sociales se exacerban al punto de poner en riesgo la propia seguridad nacional. Y les garantizo que esto no es ficción: este tipo de conflicto complejo es de otro nivel!
[1] El Observatorio de Criminalidad Organizada 2023 se refiere a 5 etapas desde 1990 al 2024; otros expertos como Saudia Levoyer y Mario Pazmiño hacen referencia a transformaciones aluden a 34 años, y otros documentos como la Revista de la Cruz Roja Internacional, igualmente se refieren a más de tres décadas, y otros estudios como aquellos de criminalidad en el sur de la Universidad de Leiden en Holanda, se refieren a más de tres décadas.
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