Tras la reciente toma de control del Gobierno sirio por parte de fuerzas rebeldes, incluido el grupo Hayat Tahrir al Sham (HTS), el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, confirmó que Estados Unidos está dispuesto a entablar conversaciones directas o indirectas con actores clave en Siria, incluso con HTS, considerado una organización terrorista. Esta postura refleja el interés de Washington en estabilizar la región y prevenir un resurgimiento de grupos extremistas como ISIS.
Miller recordó que, pese a su inclusión en la lista de organizaciones terroristas, Estados Unidos ha mantenido diálogos similares en el pasado, como los realizados con los talibanes en Afganistán.
Por su parte, el secretario de Estado, Antony Blinken, subrayó la determinación de su país para evitar que ISIS aproveche la inestabilidad en Siria para reorganizarse. Durante un evento, Blinken enfatizó que “Estados Unidos no permitirá que el Estado Islámico cree refugios seguros” y destacó el interés estratégico de evitar la fragmentación de Siria y proteger las minorías religiosas y étnicas en el país.
El secretario de Defensa, Lloyd Austin, también advirtió sobre el riesgo de que ISIS capitalice el colapso del régimen de Assad para recuperar su fuerza. Desde el buque USS George Washington en Japón, expresó su sorpresa por la rapidez con la que las fuerzas rebeldes tomaron el control del país y aseguró que el Pentágono está monitoreando la situación.
El asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, indicó que Estados Unidos está en contacto constante con aliados regionales como Israel, Jordania e Irak, para prevenir una crisis humanitaria y proteger a las minorías vulnerables en Siria. Aunque afirmó que no habrá una intervención militar directa, aseguró que Washington trabajará con las Fuerzas Democráticas Sirias y los kurdos para contener cualquier amenaza potencial.
Mientras tanto, el expresidente Donald Trump, quien asumirá nuevamente el cargo en enero, expresó su desacuerdo con una mayor intervención en Siria, calificando la situación como un “desastre”. En sus declaraciones, Trump dejó claro que “no es nuestra lucha”, lo que marca un contraste con la actual administración saliente de Joe Biden.
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