Ahora que San Pedrito se acordó y tuvo compasión de los ecuatorianos, enviando intensas lluvias a varios sectores del país, me pregunto si las autoridades encargadas de la gestión de riesgo, de estudiar el clima, tanto del Gobierno central como provinciales, municipales, y otros tendrán la misma preocupación.
Todos estamos contentos como nunca, por ver llover, sabemos que esto ayudará en la crisis energética actual, pero mientas me congelo y escucho la lluvia no puedo evitar pensar en “ay, qué lindo empezó a llover…, ojalá no se inunde nada. ¿Será que en La Gasca, Quito, tomaron resguardo?” Es que aquí si no es una cosa es otra.
Y, entonces, ¿será que se justifican los daños porque el clima es impredecible? No. El cambio climático ha afectado las predicciones del clima y ha generado variantes. Sin embargo, no es que no se puede prever y hacer gestión de riesgos, algo que aquí parece inexistente. Pensemos, por ejemplo, en lo ocurrido en Quito, en el sector de La Gasca, en 2022, que dejó 27 muertos. En abril de
2024 volvimos a tener un aluvión y dos muertos. Todos sabemos que esa tragedia era evitable, las lluvias no. Por ejemplo, no se construye en quebradas, se debe conservar la flora en laderas que evitan deslaves y dan estabilidad, se hace recorridos, se establecen barreras, se capacita a la gente, en fin, se hace gestión.
Uno esperaría que con esas experiencias no tendríamos que ver grandes construcciones crecer en quebradas, cerca de un río, en los pocos lugares verdes que quedan en la capital, pero aquí estamos, impávidos observando cómo emergen sin el mínimo empacho. ¿Quién entregó los permisos ambientales? ¿Quién hará controles de los efectos negativos en el agua, en las emisiones, ruido? No importa dónde mires, ni a qué escala, en este país nos falta mucho para decir que tenemos gestión y control ambiental. Esperemos con fe entonces, que la felicidad de que San Pedrito se acordó y nos dio lluvias, que el Alcalde y otras autoridades también lo hagan
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