El 93% de niños y el 62% de niñas de todo el mundo han visto porno en línea antes de los 18 años, según estudio, en promedio inician a los 11 años, el 91% lo hacen desde el celular. El problema radica en que la visualización compulsiva de imágenes produce placer inmediato, generando a largo plazo: ansiedad, depresión, irritabilidad, baja autoestima, dificultades de relacionarse, pobre rendimiento cognitivo, cosificación de la mujer, ciberacoso, explotación, violencia y más, alterando la personalidad.
La sexualidad implica todo un conjunto de experiencias vitales que van desde la atracción hasta la reproducción, experimentando en ese proceso: sensaciones, emociones y sentimientos que dirigen nuestros pensamientos, decisiones y acciones; son el origen y el motivo que dan sentido a la vida, algo tan importante no puede estar en manos del porno-negocio, que al distorsionar el conjunto de la realidad mental, forja tan solo una satisfacción básica que lleva a la adicción.
En la adicción lo único que importa es el placer individual, los sentimientos y el compromiso son un inconveniente que retrasa la sensación primaria, por eso hay que anularlos, aunque luego el vacío existencial y la abulia sean el resultado. El compromiso de “tu placer es mi placer” propio del agradecimiento y el respeto, pasan a ser “mi placer es lo primero y tus sentimientos me estorban”.
Tanto la ignorancia como el tabú sobre el sexo, son causas básicas para que niños y jóvenes, adultos y viejos, sean presa fácil de la venta porno de satisfactores inmediatos; chats y redes saturados de mensajes desde simples bromas hasta muestras nudistas y juegos explícitos que inundan los cerebros de sustancias químicas de placer (dopamina y otras), como cualquier droga, para caer en la repetición incontrolable de estas prácticas con consecuencias violentas individuales y colectivas, como el femicidio.
Junto al daño individual, esta aberración es fuente de paraísos de prostitución, pedofilia, tráfico de menores y más fantasmas que impregnados en las mentes, más aún de niños y adolescentes, dejarán una huella indeleble en sus vidas y en la conducta de las nuevas generaciones.
En el actual cambio de época la realidad virtual se impone sobre la “realidad real” en diferentes ámbitos, urge iniciar un proyecto de educación sexual en casa, escuelas, colegios y universidades como materia obligatoria en cada curso. La pregunta clave: ¿Quién educa a padres y educadores?
0 comentarios