Los debates, entrevistas, discusiones académicas relacionadas con el estado actual de seguridad, conflictividad y violencia en la región y sobre todo en la región ha inundado tanto los medios académicos, medios de comunicación y redes sociales. Se ha sobredimensionado la información de dichos campos, con explicaciones e interpretaciones de dichos eventos, más o menos en los mismos márgenes de discusión, conclusiones y alcances, que además de plantear diagnósticos- muy apegados a cifras y estadísticas- que lamentablemente están dispersas no unificadas en un gran sistema de BIG DATA, obstaculiza una visión real de lo que la mirada cuantitativa sobre el fenómeno nos está diciendo, dejando de lado la incorporación de elementos esenciales como el contexto, su mutación, la presencia constante de factores perturbadores, que deberían aglutinarse, “religarse”, para lograr lecturas mucho más integrales, flexibles y abiertas a que vayan más allá de posturas más lineales y deterministas. Esto sobre todo en el ámbito de los avances tecnológicos, que en seguridad, sobre todo con el despliegue de la inteligencia artificial abren un abanico de desafíos para la gobernanza digital, particularmente la necesidad de incorporar las prácticas feministas que rebasen la opresión y puedan servir para el desarrollo social, es decir, de una transformación paulatina de las imágenes de futuro de nuevas sociedades que imaginamos.
En este punto vale preguntarse, ¿cuáles son las condiciones específicas para el desarrollo de los derechos digitales frente a las asimetrías existentes en la región de alcance, formación y uso? Daría la impresión de la IA implicaría una especie de panacea de desarrollo de las sociedades. No obstante, es preciso situar la necesidad de procesos, conocimiento y usos, direccionados a los intereses de las mayorías, de grupos de sociedad civil, de activistas, de medioambientalistas, de jóvenes, de grupos de mujeres, entre otros. Con todo, los desafíos, y más aún en la producción de inteligencia estratégica como conocimiento de alto valor para la gobernabilidad política por parte de los conductores estatales y tomadores de decisión en el entramado de instituciones públicas y privadas es vital.
Las metáforas en donde la inercia de los fenómenos de la seguridad vistos como foto fija de la realidad con anuencia al cambio ya no va más. Incorporarse en las nuevas lógicas y narrativas de las problemáticas inteligencia como anticipación estratégica continua y alerta temprana de los múltiples problemáticas de seguridad, violencia y conflictividad, exige transversalizar nuevos métodos y analíticas de diseños, mutuos beneficios y soberanía de datos, a la vez que se ponga sobre el tapete las lógicas de poder subyacentes, buscando equidad sobre todo en la potencial agencia que tienen las mujeres analistas de inteligencia y estrategas. Esto se vincula también con varias investigaciones que se están desarrollando en varios países respecto de la programación de la IA con sesgos y estereotipos de género, que incluso se alude a una narrativa sobre informada sobre los hombres, profesiones, ocupaciones en la programación sobre todo de los robots respecto de las “profesiones como ingeniero, profesor y médico”, frente a la “empleada doméstica, cocinera y prostituta”, estigmatizadas y menos valoradas socialmente. Por ello, sobre todo la UNICEF, apunta a la necesidad de emprender acciones para fomentar acciones para ampliar la participación de las mujeres en el propio diseño de las herramientas de la IA y el énfasis de la disciplinas digitales y tecnológicas lideradas por mujeres. Son algunas de las medidas que coadyuvarán al aporte de la IA como herramienta clave para la producción de inteligencia estratégica.
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