La gobernadora Kathy Hochul firmó la derogación de una ley que, desde 1907, convertía al adulterio en un delito menor en el estado de Nueva York. La norma, que permitía penas de hasta tres meses de cárcel para quienes fueran encontrados culpables de infidelidad, había caído en desuso durante las últimas décadas y era vista como obsoleta por la mayoría.
“La infidelidad es un asunto que debe resolverse entre las partes implicadas, no en el sistema judicial penal”, declaró Hochul tras la firma de la nueva legislación, calificando la antigua ley como “anticuada y absurda”.
El estatuto, implementado en 1907, tenía como objetivo reforzar los valores matrimoniales y facilitar el proceso de divorcio al exigir pruebas de infidelidad. Sin embargo, en las últimas décadas, su aplicación fue prácticamente inexistente. Desde la década de 1970, solo se procesaron una docena de casos bajo esta ley, de los cuales cinco resultaron en condenas.
A pesar de intentos previos por eliminarla, como el realizado en la década de 1960, la ley permaneció vigente debido a preocupaciones de que su abolición podría interpretarse como una aprobación tácita de la infidelidad. Sin embargo, el contexto cultural y legal actual impulsó su derogación, alineando al estado con una visión más moderna de la privacidad y la justicia.
El asambleísta estatal Charles Lavine, principal impulsor de la derogación, destacó que mantener esta norma en los libros era “un acto de hipocresía legal”.
El caso de otras leyes de adulterio en Estados Unidos
Aunque Nueva York ha eliminado esta ley, otros estados aún consideran el adulterio un delito. Michigan y Oklahoma, por ejemplo, lo califican como un delito grave, mientras que en Maryland y Massachusetts es una infracción menor, generalmente sancionada con multas simbólicas.
En los últimos años, más estados han comenzado a derogar este tipo de normativas, argumentando que son inaplicables y violan la privacidad de los ciudadanos. Este cambio refleja un giro cultural hacia un enfoque legal más respetuoso con la vida personal.
Una decisión controvertida
A pesar de su aprobación generalizada, algunos sectores conservadores criticaron la medida, señalando que podría interpretarse como un debilitamiento de los valores matrimoniales tradicionales. Sin embargo, la gobernadora Hochul enfatizó que el cambio es un paso hacia la actualización del marco legal del estado y reafirma la importancia de la privacidad y la autonomía individual.
Con esta derogación, Nueva York deja atrás una de sus leyes más antiguas y se alinea con una visión contemporánea de justicia y derechos personales.
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