La falta de lluvias ha complicado la producción de electricidad en Ecuador, ya que las centrales hidroeléctricas, que representan el 68% de la demanda energética del país, operan a su máxima capacidad debido a los bajos niveles de agua. Esta situación ha obligado al Operador Nacional de Electricidad (Cenace) a recurrir a la energía hidroeléctrica para cumplir con los horarios de cortes de luz programados de entre seis y siete horas diarias.
Uno de los casos más críticos se presenta en las tres centrales hidroeléctricas de Paute, en Azuay. Durante el fin de semana, la planta Mazar se apagó temporalmente para recuperar el nivel de su embalse, que se encuentra por debajo del mínimo operativo, a 2.111 metros sobre el nivel del mar. A pesar de ello, el 25 de noviembre se reactivó por seis horas, y el 26 de noviembre continuó operando a las 08:00, lo que pone en riesgo el embalse de colapsar.
Por otro lado, las centrales Molino y Sopladora también se reactivaron tras haber estado apagadas durante dos días. La cota de Molino está en 1.981 metros, apenas por encima del mínimo de 1.975 metros, mientras que Sopladora se encuentra en 1.315 metros, a tan solo tres metros del mínimo operativo.
Estas tres centrales, a pesar de las dificultades, generan 487 megavatios, lo que ayuda a paliar la insuficiencia de energía proveniente de Colombia y de la planta Coca Codo Sinclair, que solo está produciendo 400 megavatios, el 27% de su capacidad total. La situación sigue siendo crítica mientras se buscan soluciones a largo plazo.
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