Alberto Rojas, periodista del diario español El Mundo y autor de Vivir en la guerra, analizó la evolución del conflicto entre Rusia y Ucrania, al cual ha seguido de cerca durante más de tres años. Según Rojas, las dimensiones de esta guerra superan las de conflictos previos, como Vietnam o Afganistán, y sus consecuencias podrían ser catastróficas.
Rojas destacó que el frente de guerra se extiende por 800 kilómetros, con miles de disparos diarios y el uso masivo de drones, lo que ha convertido a Ucrania en un escenario de “una auténtica carnicería”. Explicó que la razón de fondo para la invasión de Rusia a Ucrania radica en el deseo de Putin de evitar que su país pierda más territorios de influencia, especialmente tras la Revolución del Maidán, que acercó a Ucrania a Occidente.
Al analizar la prolongación del conflicto, Rojas señaló que el error de cálculo de Rusia, que esperaba una rápida victoria, ha provocado una guerra mucho más larga de lo anticipado. “Rusia pensaba que Ucrania se rendiría rápidamente, como sucedió en Crimea, pero el pueblo ucraniano se levantó”, aseguró el periodista.
En cuanto a las perspectivas de una resolución, Rojas afirmó que las voces que sugieren que la elección de Donald Trump en EE. UU. podría significar un giro en el apoyo a Ucrania son prematuras.
“Trump podría abrir la puerta a negociaciones, pero no significa que le dará todo lo que Putin quiere”, explicó. Según él, la guerra podría llevar a un acuerdo en el que ambos bandos cedan, pero con Ucrania perdiendo territorio y Rusia manteniendo una parte de sus ocupaciones.
Aunque Rojas no descarta una escalada hacia un conflicto nuclear, señaló que, hasta el momento, las amenazas de Rusia han sido políticas y no han avanzado hacia un verdadero uso de armas nucleares. “El riesgo de una guerra nuclear aún no es una realidad”, añadió, subrayando que el conflicto sigue siendo escalatorio pero bajo un control estratégico.
Finalmente, Rojas advirtió que, aunque la guerra no da señales de terminar, su duración y el aumento de actores involucrados, como mercenarios africanos y soldados norcoreanos, continúan complicando la situación. La comunidad internacional, en especial la Unión Europea, deberá seguir de cerca los movimientos de Rusia, especialmente ante la posibilidad de una intervención aún más amplia.
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