Un equipo liderado por Valentin Dragoi, profesor de la Universidad Rice, junto a expertos de la Universidad Metodista de Houston y el Colegio Médico Weill Cornell, ha revelado cómo el sueño puede potenciar las capacidades cognitivas y conductuales. El estudio, publicado en la revista Science, se centró en el sueño NREM (sin movimientos oculares rápidos), conocido por ser la fase más ligera del descanso.
Los investigadores explicaron que esta etapa mejora la sincronización cerebral y optimiza la codificación de información, lo que podría revolucionar los tratamientos para trastornos del sueño y las técnicas de mejora cognitiva.
El experimento incluyó la observación de macacos realizando tareas de discriminación visual antes y después de un sueño NREM de 30 minutos. Los resultados mostraron un aumento en la precisión y el rendimiento de los animales que durmieron, frente a aquellos que permanecieron despiertos. Según los científicos, esto se debe a un fenómeno llamado “desincronización neuronal”, que optimiza el procesamiento de información tras el descanso.
Además, el equipo probó replicar estos efectos mediante estimulación eléctrica de baja frecuencia, logrando mejoras similares sin necesidad de dormir. Este avance podría beneficiar a personas con trastornos del sueño o en situaciones extremas como la exploración espacial.
El estudio también desarrolló modelos a gran escala para entender los cambios neuronales. Los hallazgos sugieren que el sueño NREM reduce la sincronización cerebral de manera específica, mejorando la actividad neuronal para tareas concretas.
En palabras de Dragoi, estos descubrimientos abren nuevas posibilidades para mejorar la función cognitiva mediante estimulación cerebral, ofreciendo alternativas a los beneficios tradicionales del sueño. Este avance plantea un futuro prometedor en el campo de la neurociencia y la mejora del rendimiento cognitivo.
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