En medio de las recientes manifestaciones que dejaron como saldo 12 detenidos y cuatro policías heridos, la politóloga Sofía Cordero Ponce advierte sobre un fenómeno preocupante: el incremento de prácticas autoritarias que amenazan a la sociedad civil en Ecuador.

En entrevista, Cordero describió cómo la respuesta del gobierno se centra en la fuerza y la represión, dejando de lado el diálogo y los canales institucionales que fortalecen la democracia.

Según Cordero, la represión desproporcionada y la criminalización de las protestas son señales claras de un gobierno que actúa desde el miedo.

“Este gobierno, al igual que otros en la región, parece haber adoptado una postura que generaliza la reacción violenta, ya sea contra el crimen organizado o contra la sociedad civil. Esto no solo incrementa la desconfianza en las instituciones, sino que también debilita la cohesión social”, señaló.

La politóloga destacó la ausencia de interlocutores entre el gobierno y la sociedad civil, una situación que, en el pasado, facilitó el diálogo y evitó enfrentamientos directos. “Sin líderes claros o espacios para el intercambio, cualquier protesta se percibe como amenaza, y el gobierno reacciona con un despliegue de fuerza que solo alimenta el descontento”, afirmó.

Cordero también señaló cómo la falta de respuestas efectivas en áreas críticas, como la seguridad y la gestión económica, agrava el panorama. Con la ciudadanía enfrentando cortes de energía, empleo precario y una crisis social generalizada, el gobierno parece más enfocado en sofocar la protesta que en abordar sus causas subyacentes, lo que hace que se enfrente a una “olla de presión social”.

La experta advirtió que esta dinámica autoritaria podría tener consecuencias graves, especialmente en un contexto donde los grupos violentos y el crimen organizado aprovechan el vacío de liderazgo. “Estamos viendo cómo se cierra el espacio para la movilización pacífica y el debate público. Sin una sociedad civil fuerte, se abre la puerta para proyectos autoritarios que amenazan la democracia”, sentenció.

Cordero concluyó señalando que el descontento acumulado encontrará tarde o temprano un cauce de expresión, ya sea en las urnas o en las calles. Sin embargo, instó a no subestimar la creciente presión social ni ignorar la necesidad de diálogo. “La historia demuestra que la represión solo posterga lo inevitable: la explosión del descontento social”, finalizó.