Es la frase más utilizada por Bobby Fischer, el gran maestro del ajedrez, que hace apología a su último juego dónde la práctica en la táctica es lo que te hace un jugador más fuerte capaz de vencer a tu oponente sacrificando unas piezas donde conocerás su personalidad.
En el tabletro electoral, en Ecuador, las fichas se juegan de una a una. Aveces dos por día como el 10 de noviembre del 2024, donde se inhabilitó a la ex Vicepresidenta Verónica Abad y a uno de los candidatos más fuertes para las elecciones 2025, Jan Topic. Pero no solo esto es lo que ha generado una grave crisis intitucional, sino también, difunden miles de chats con conversaciones de whatsapp extraídos del teléfono del asesinado candidato presidencial Fernando Villavicencio, abriendo la caja de pandora de un secreto a voces que se conoce en el país. Periodistas sobrevalorados, tratos pegados con silicona, ordenes cumplidas a cambalidad y un fraude electoral en el 2021 que demostró la fragilidad de nuestro sistema electoral.
Con estos antecedentes que atentan directamente a la democracia, ¿cuál será el índice de credibilidad de estas elecciones 2025 que nos obliga asistir a las urnas?
4 de cada 10 personas creen en el Consejo Nacional Electoral hasta hace unos 6 meses, una encuesta que midió el nivel de credibilidad de las instituciones del Estado. A esto sumamos la inacción del resto de funciones del Estado, que ha decir, tampoco es que tengan una calificación sobre el 60% y se han hundido paulatinamente desde que sus cabezas estaban por años encargadas.
Ecuador, un país que es descrito como un Estado de Derecho, el cuál protege y garantiza lo escrito en la Constitución de Montecristi del 2008, que hoy, es cuestionada por sumarios administrativos y sentencias del TCE donde inhabilitan a un candidato que según indica tiene contratos con el Estado. La Constitución y el Código de la Democracia establecen las restricciones para ser un candidato en el Ecuador, su primer insiso es claro: “Quienes tengan un contrato con el Estado, siempre que el contrato se haya realizado para la ejecución de una obra pública, prestación de servicios o explotación de recursos naturales.”. Más allá de eso, lo importate de este caso y el de Verónica Abad es que para “maniobrar” en política es necesario conocer las debilidaes de tu adversario a partir de una posición superior.
Ahora lo importante no es lo que pasó sino hacia donde va. Jan Tópic tiene la oportunidad de subsanar la inhabilidad y encontrar un suplente que tenga la capacidad de ser el segundo en esta contienda electoral, así como, José Raúl Mulino en Panamá, que hizo campaña electoral a la sombra de Ricardo Martinelli desde la Embajada de Nicaragua y a su sombra. La estrategia podría ser, activar el voto castigo.
El fenómeno del voto castigo en Ecuador puede ser utilizado como una expresión del rechazo a las políticas de los líderes en el poder, representa un mecanismo de resistencia popular y evidencia un sentimiento de abandono y falta de representación. La salida de Tópic añade una nueva capa de análisis a este fenómeno.
Desconfianza en las Instituciones, Corrupción y Fragmentación Política, pueden ser los resultados de esta profunda crisis institucional que por falta de opciones legítimas y de figuras confiables en el escenario político nos llevará a una fragmentación del voto. Esto complicaría la gobernabilidad al debilitar la posición de cualquier líder en el poder y al aumentar la presencia de actores independientes o emergentes, lo que podría provocar alianzas inestables y conflictos internos en el futuro gobierno.
Estas y muchas razones más configurarán el nuevo escenario político en el Ecuador, donde seguramente, tendremos más ataques a la institucionalidad exhacerbando el silencio del resto de las funciones del Estado. Demostrando el gran desencanto de la ciudadanía con el actual sistema político que desde hace varios años dejó de ser un Estado democrático y pasó a ser un feudo son jerarquía social y al frente de la injusticia y el posible fraude electoral.
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