¿La prensa tradicional contra Trump o final de una era? 

Nov 11, 2024

Por Karina Granja Altamirano

Tras su victoria electoral, Donald Trump ofreció un discurso triunfal en el que no escatimó críticas hacia los medios de comunicación, a quienes calificó de “territorio enemigo”. En su intervención, se burló de la supuesta derrota de los grandes medios y elogió la disposición del vicepresidente electo J.D. Vance para enfrentarse a medios como CNN y otros que considera inclinados hacia el progresismo. Pero, ¿tiene fundamento su acusación, o estamos ante una estrategia de victimismo? 

En efecto, la mayoría de las principales cabeceras y canales de televisión emiten desde Nueva York o Los Ángeles, dos estados con alta militancia liberal.  En este contexto, Trump argumenta que los medios están sesgados en su contra, y cifras recientes ofrecen algunos datos que podrían apoyar parcialmente su percepción: 

Una encuesta de ABC News y el Washington Times publicada en diciembre de 2023 revela que el número de periodistas que se identifican como republicanos ha ido cayendo de forma constante en la última década. En 2002, los republicanos representaban el 18% de los periodistas profesionales; en 2013, este porcentaje se había reducido al 7.1%, y en 2022 apenas alcanzaba el 3.4%. Sin embargo, es importante recordar que, entre los republicanos, no todos son partidarios de Trump, por lo que no es correcto asumir que toda la prensa es “anti-Trump”. 

Estos datos reflejan el contexto de desconfianza y polarización en el que operan hoy los medios. Mientras el entorno mediático sigue evolucionando hacia nuevas plataformas y formatos, los medios tradicionales enfrentan un desafío adicional: la pérdida de credibilidad entre una parte de la población.  

En la era actual, conocida como Política 4.0, otro caso de estudio son los influencers y celebridades quienes han ganado un papel relevante en los procesos electorales. Sus millones de seguidores y su capacidad para generar interacciones en redes sociales les otorgan una influencia considerable. Sin embargo, como se evidenció en la reciente elección donde Donald Trump resurgió políticamente, el respaldo de estas figuras no siempre se convierte en votos decisivos. 

Ambos candidatos, Kamala Harris y Donald Trump, recibieron el apoyo de celebridades y figuras influyentes. Pero la eficacia de estos respaldos fue, en el mejor de los casos, ambigua. A pesar de la gran expectativa que generaron figuras de la talla de Beyoncé o Elon Musk, los resultados mostraron que las preferencias políticas se definen por factores más profundos que el simple apoyo de personalidades mediáticas. 

El apoyo a Kamala Harris le otorgó una gran visibilidad, especialmente entre audiencias jóvenes y progresistas, gracias al respaldo de estrellas como Beyoncé y Taylor Swift. Estas figuras, influyentes en la cultura pop, promovieron con fuerza el nombre de Harris. Sin embargo, su capacidad de influencia, aunque sólida en temas culturales y sociales, mostró limitaciones en el ámbito político: su popularidad no se tradujo en una movilización efectiva de votantes a favor de Harris. 

Los votantes estadounidenses, preocupados por problemas como la economía, la inmigración y el cambio climático, buscaron propuestas tangibles, dejando claro que el respaldo de íconos del entretenimiento no siempre basta para ganar elecciones. 

Por su parte, Donald Trump recurrió a respaldos de un perfil diferente lo que le dio un resultado eficaz. En lugar de concentrarse en figuras de la cultura pop, su campaña atrajo el apoyo de personas influyentes en áreas como la tecnología, los deportes y los medios. El caso de Elon Musk es ilustrativo: con su alcance y autoridad en temas económicos y tecnológicos, Musk aportó credibilidad y alineó el mensaje de Trump con temas de innovación.  

Este apoyo reforzó el perfil de Trump como un líder cercano a las preocupaciones económicas y tecnológicas, áreas de interés para una parte importante de su electorado. Asimismo, la figura de Joe Rogan aunque controvertida, resonó entre aquellos que sentían desconfianza hacia el discurso político convencional y preferían autenticidad por encima de los discursos políticos. 

Rogan, con su enorme audiencia y sus conversaciones francas sobre política y cultura se convirtió en una voz que conectó con los valores de una base sólida. El pódcast «The Joe Rogan Experience», el más popular de Estados Unidos, resultó ser un gran acierto para el candidato republicano Donald Trump. En una entrevista de tres horas, que ha acumulado más de 47 millones de visualizaciones, (más que las audiencias de medios tradicionales). 

La pregunta es: ¿hay un límite sobre el respaldo de medios tradicionales y celebridades en la Política 4.0?   

Esta elección deja lecciones importantes sobre su verdadero peso en la política actual. En un contexto de creciente desconfianza hacia los discursos políticos convencionales, los votantes valoran cada vez más las propuestas económicas y de seguridad que afectan directamente sus vidas. La política de la era moderna debe centrarse en atender las necesidades reales de los votantes y en ofrecer soluciones viables. 

Este fenómeno plantea una pregunta: ¿podría observarse un resultado similar en otras democracias, como la ecuatoriana que está próxima a elecciones? El tiempo dirá hasta qué punto el poder de medios y celebridades será realmente decisivo en distintos contextos culturales. 



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