Los desafíos del Cocinerito Ideal

Nov 9, 2024

Por Luis Antonio Guijarro

Recuerdo que en los setentas, el Canal 10 de televisión en Ecuador irradiaba a la tarde un programa para niños denominado El Tío Johnny. El presentador del programa estaba ataviado con un saco de rayas negras, un corbatín grueso, y tenía un sombrero tipo de gondolero veneciano de color claro. El programa se caracterizaba por algunos juegos, competencias, concursos acompañados por canciones que él mismo las componía e interpretaba; como “La Sra. Gallina acaba de poner un huevo …”, legendario! … el programa terminaba mientras el Tío Johnny tomaba un vaso de leche. 

Uno de los espacios del programa se llamaba “La Cocinerita Ideal”. En éste, en general quinceañeras preparaban algún plato que luego lo degustaba el Tío Johnny, quien emitía su juicio. En la actualidad estaría con seguridad prohibido ese espacio por razones de género y tal vez incluso por explotación infantil. A mí me parece que el tema de ese espacio, de cocinar en vivo, se adelantó a los espacios de cocina que se empezaron a poner de moda en los noventas.  

Desde aquel entonces han habido y hay muchos formatos de espacios televisivos destinados a la cocina. Todos tienen en común que las cocinas son en general espectaculares, están casi siempre nítidas y los platos preparados parecen muy fáciles de ser preparados de tener los ingredientes, los equipos que aparecen en televisión y la experiencia del Chef. A propósito del Chef, éste era por lo general un hombre. 

Gracias a la magia del internet se tiene acceso a un infinito número de espacios de cocina que resultan ser más auténticos que los televisivos y que han motivado a muchos a liberarse de sus ataduras de los roles del pasado para dar paso a emular a todos los Chefs masculinos. Con esto se ha traspasado el límite del asador oficial dominical para dar paso al nacimiento de lo que yo llamo El Cocinerito Ideal.  

Este no se trata de un espontáneo más de la cocina sino de un empírico que con el paso del tiempo ha conseguido convertirse en el responsable de la cocina cuando hay invitados en casa, por lo menos en alguna de sus especialidades. Hay Cocineritos Ideales que incluso compran ingredientes especiales cuando están de viaje, incluso hay algunos que trafican con Queso Manaba y Naranjillas para preparar fuera de las fronteras patrias unas quesadillas que son mejores de las de San Juan. Literal!  

En Alemania, a la mayoría de compradores les interesa saber de dónde vienen los alimentos que van a consumir y cuáles son sus ingredientes. Debido a la tendencia “bio” u “orgánica”, la gente busca productos que provengan de una agricultura certificada. Certificado también válido para productos de ganadería. Es importante saber que el animal vivió libre en el campo y estuvo correctamente alimentado antes de haber sido faeneado. En el caso de la pesca hay que saber si viene de granja o no; y si no, de la región en la que fue pescado y de ser posible el tipo de pesca empleada. Si hubiese alguna forma de certificar que el animal fue feliz durante su vida terrenal sería ideal. 

No hay que olvidar a los más de seis millones de Vegetarianos que no consumen carne y aún menos a los Veganos quienes no sólo no consumen ningún producto animal sino tampoco ningún derivado: ni leche, ni huevos, ni grasas animales etc. Los motivos son diversos: desde cuestiones de salud, sistemas de faeneado, sistema de transporte de animales, producción de gases de invernadero del sistema digestivo de los animales, y un largo etc. 

En esta perspectiva, el invitar a amigos a comer a casa, se ha vuelto en un desafío para el Cocinerito Ideal quien debe preguntar previamente por las tendencias alimentarias de sus invitados y tener en cuenta antes de planear su menú que además de algún vegetariano o vegano con seguridad que por lo menos uno es intolerante a la lactosa y el otro es celíaco. 

Extraño aquellos días en los que al invitar a los amigos a cenar lo peor que podía pasar es que se hayan divorciado o que los invitados no terminaban de irse luego de la del estribo. Había que invitarles a un vaso de leche a lo Tío Johnny para comprender que el programa había terminado, así como este artículo. 



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