Hace unas semanas atrás, don Hernán Pérez Loose, en su columna del diario El Universo, hizo público dos términos propios de la cultura nacional: el primero, “aunque robó pero hizo obra”, y el segundo, “legal o ilegal plata es plata”. De este último, también lo rescató el pasado 7 de octubre un programa radial de La voz del Tomebamba llamado “Los lindotes del día”, donde sus comentaristas revelan los abusos de los conductores. Entre sus análisis cotidianos, las cámaras de este programa enfocan un vehículo Vitara reluciendo en su parte posterior esta frase ya mencionada: “legal o ilegal plata es plata”.
Y cómo olvidar otro de los mensajes del mismo talante. Fue un día sábado 17 de julio de 2021, en un mitin político llevado a cabo en la comunidad San Francisco de Cotundo, cantón Archidona, provincia de Napo, cuando una asambleísta de ese entonces, dijo con toda su naturalidad política y cultural: “Si roban, roben bien, justifiquen bien, pero no se dejen ver las cosas, compañeros”. Lo increíble de esta pequeña historia fue que los habitantes de esa comunidad devolvieron el mensaje con sendos aplausos a la asambleísta.
Para interpretar -o analizar- estos tres “mensajes”, vale recordar las ideas de tres intelectuales de épocas totalmente diferentes: Friedrich Hassaurek, un diplomático estadounidense que cumplió su misión durante el primer gobierno de García Moreno, escribió un libro titulado Cuatro años entre los ecuatorianos. En esta obra se puede leer en la página 158 el siguiente texto: “En las familias grandes y ricas hay a veces una ama de llaves, especie de cuidadora que está a cargo de toda la casa. Esta ama de llaves, sin embargo, a menudo desfalcará al hogar, ya que será la primera que robe, siguiéndole los otros sirvientes. La gente común no considera el robar como un pecado”.
Por otro lado, el académico Felipe Burbano de Lara nos recuerda que: “Desde un expresidente hasta un pequeño funcionario público, sin excepción, asaltan el Estado. Se roba en épocas de bonanza, de crisis y de pandemia”. Así también, Sebastián Mantilla, aclara el panorama político al decir que “No nos gobiernan los más capaces y los más preparados”, pues todos sabemos que gran parte de la clase política apunta sus estrategias a la contratación pública y/o al reparto de cargos públicos. En fin, volvemos a las letras de don Hernán Pérez Loose y su frase poco recordada y nada reconocida: “A los ecuatorianos no nos gusta la honradez”.
Por lo que se ve, la corrupción se hizo carne en la cultura popular. Y esto es grave. Es decir, el pueblo acepta que robe la autoridad, bajo la condición de que su obra haya sido exhibida en grandes vallas publicitarias, sin tomar en cuenta que el trabajo de construir es obligación, aparte de que está en el presupuesto y en el respectivo corte de la cinta frente a los medios de comunicación social. Y eso de conseguir plata, legal o ilegal, también es cosa grave; o sea, no importa los medios, el fin es tener plata, independiente del cómo. Para quienes escribieron este mensaje, “el billete” es el fin, pues daría igual producir, emprender, trabajar, robar, extorsionar, vacunar; total, “plata es plata”. Pero vamos al otro lado del río: de seguro que, para la ética nacional, trabajar no es lo mismo que robar. Ojo.
Y sobre la consigna que dejó la “doctrina Cerda”, de que se debe robar sin ser descubierto. Esto es más grave porque vino de una autoridad responsable de legislar y fiscalizar, nada más.
Si la corrupción es una epidemia moral infinita y permanente, si los grandes intelectuales ecuatorianos jamás serán parte de los cuadros políticos, si la cultura popular de la cleptomanía está muy bien enraizada, si la cleptocracia es la forma de gobernanza más aceptada por gobernantes y gobernados… Entonces, ¿hacia dónde va Ecuador?
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