Ante la crisis eléctrica, las autoridades se abren a la inversión privada privilegiando la energía no convencional. Reincidimos en depender exageradamente de una fuente de energía en exclusión de otras.
El correato se volcó a la generación hidráulica, por ser mucho menos contaminante que la térmica. Pero tiene un impacto ecológico. Las presas hidroeléctricas impiden la circulación de los peces, afectando su supervivencia. Se altera la vida aguas abajo. Daule-Peripa ha afectado el flujo del Daule y se acumulan sedimentos, que son costosos de retirar y el menor caudal del río dificulta la navegación. No está claro si el colapso de la cascada San Rafael y de la ribera del río Coca lo causa la central Coca-Codo Sinclair o si es mera coincidencia.
Al correato solo le interesaron proyectos gigantescos en la vertiente oriental. Hoy sufrimos las consecuencias de esa dependencia excesiva de ríos orientales. Debió diversificarse la generación con centrales en la vertiente occidental. La única que se contrató fue Toachi-Pilatón, en construcción desde 2010. Pero hay donde construir centrales más pequeñas en los Andes occidentales.
La nueva política es privilegiar centrales de energías no convencionales. Tenemos muy poca energía fotovoltaica y eólica y hay que aprobar los proyectos de este género que se ofrezcan. Estar antes para cuando la energía geotérmica sea rentable. Pero reincidimos: todos los huevos en la misma canasta.
Qué bien que se ponga una planta fotovoltaica en El Aromo. Pero los paneles solo generan energía cuando hay luz. No de noche. La generación fotovoltaica disminuye cuando tenemos erupciones de volcanes, se nubla el cielo y cae ceniza. Se ha sugerido que en los techos de los edificios de la capital se instalen paneles. Una excelente iniciativa. Pero una fuerte granizada daña los paneles, que además de la necesidad de reemplazarlos y reducir su efectividad liberan telururo de cadmio que contamina el agua. Este no es un argumento en contra de los paneles solares. Pero depender en ellos es desaconsejado.
Se está ampliando la planta eólica Villonaco en Loja, otra obra bienvenida. Pero no en todas partes hay vientos que justifiquen ubicar una planta eólica. Además, los vientos no soplan permanentemente. Cuando no hay viento, no hay energía. Y hay impacto ambiental.
Queremos eliminar la energía a base de hidrocarburos por contaminante. Pero la generación térmica no depende del clima y es la más confiable. Un porcentaje importante del parque generador debe seguir siendo térmico.
Las centrales más contaminantes, entre esas aquellas de segunda mano compradas a Cuba en 2009 (150 MW), son las de fueloil, del que tenemos excedentes que no podemos vender a buen precio. Hasta que no mejoremos la refinación y reduzcamos la producción de fueloil hay que mantenerlas. Igual con los generadores de diésel montados en los setenta. Solo cuando nos sobre la energía podremos eliminarlos. Ahora hay que adquirir generadores más eficientes que funcionen tanto con diésel como con gas natural, menos contaminante y más barato. Hay que licitar bloques en el golfo de Guayaquil, donde hay expectativas de importantes reservas de gas natural.
La seguridad energética está en la diversificación.
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