En un rincón del Museo de Historia Natural de Londres, un armario sencillo esconde un tesoro asombroso: estanterías repletas de corales fosilizados que datan de hasta 30 millones de años.
Este hallazgo se produce en un esfuerzo por descifrar los misterios del “triángulo de coral”, el hábitat marino más diverso del planeta.
Ken Johnson, paleontólogo y líder del proyecto, observa los fósiles con atención. A su lado, Nadia Santodomingo, bióloga marina y curadora del museo, explica a la BBC que estos fósiles fueron recolectados en Indonesia hace más de una década, en colaboración con la Agencia Geológica de Indonesia.
Su misión: descubrir cómo han respondido los corales a cambios ambientales pasados para proteger los arrecifes actuales.
La investigación ha revelado que la resiliencia de los corales en esta región es sorprendente.
A diferencia de otras áreas del mundo, donde los corales han enfrentado extinciones masivas, los corales del triángulo han sobrevivido a lo largo de millones de años.
“Una vez que un coral llega aquí, no se extingue”, señala Johnson, resaltando la importancia de estos ecosistemas en la biodiversidad marina.
Un entorno diverso y resiliente
Apodado el “Amazonas de los mares”, el triángulo de coral incluye Malasia, Filipinas, Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y las Islas Salomón.
Alberga alrededor del 75% de todas las especies de coral conocidas, junto con miles de especies de peces y tortugas marinas.
La diversidad de este ecosistema ha intrigado a los científicos, que se preguntan sobre los factores que han permitido su supervivencia.
El estudio de los fósiles ha revelado que muchas de las especies que prosperan hoy en el triángulo de coral ya estaban presentes hace millones de años.
Entre ellas, los corales Porites, que aún construyen arrecifes en la región, y el coral cuerno de ciervo Acropora Monticulosa, que ha resistido durante unos 18 millones de años.
Los fósiles no solo aportan una nueva perspectiva sobre la vida marina, sino que también iluminan santuarios de coral previamente ignorados que podrían convertirse en refugios cruciales a medida que el calentamiento global amenaza los ecosistemas marinos.
La turbiedad como refugio
Una de las sorpresas del estudio fue el descubrimiento de que estos corales antiguos prosperaban en aguas turbias, un entorno que inicialmente podría parecer desfavorable.
Sin embargo, Santodomingo sugiere que estas condiciones pueden haber favorecido el desarrollo de especies más robustas y resistentes.
Investigaciones recientes han indicado que el agua turbida podría ofrecer protección a los corales contra el blanqueamiento, un fenómeno devastador provocado por el estrés térmico y la exposición intensa a la luz solar.
En estudios en Malasia, los arrecifes en aguas turbias mostraron una menor incidencia de blanqueamiento en comparación con los arrecifes de aguas claras.
La amenaza del plástico y el futuro de los arrecifes
A pesar de su resiliencia, los arrecifes turbios no están exentos de amenazas. La contaminación, especialmente los desechos plásticos, afecta gravemente estos ecosistemas.
Los investigadores destacan la necesidad urgente de proteger estas áreas marinas, con planes para expandir las zonas protegidas en Malasia.
Johnson concluye que las colecciones de museos son vitales para futuras investigaciones. Las lecciones que se pueden aprender de los fósiles de corales podrían ser invaluables en la lucha por la conservación de estos hábitats marinos.
Con cada descubrimiento, se abre la puerta a nuevas posibilidades para entender y proteger uno de los ecosistemas más ricos del mundo, mientras los investigadores esperan que el conocimiento adquirido hoy ayude a salvaguardar los arrecifes para las generaciones venideras.
0 comentarios