En el Hospital Universitario CHUV de Lausana, Suiza, el Dr. Patrick Schoettker está liderando una innovadora investigación que podría transformar la manera en que se gestionan las complicaciones postoperatorias. Consciente de los riesgos asociados a la anestesia general, como el choque por pérdida de sangre o serios problemas pulmonares, Schoettker y su equipo han ideado un método preventivo: el uso de un reloj inteligente conocido como Masimo W1.
Este dispositivo, que se coloca a los pacientes semanas antes de la cirugía, monitorea continuamente datos vitales como la frecuencia cardíaca, la respiración y los niveles de oxígeno en sangre, con una precisión médica. Schoettker describe esta recopilación de datos como un “gemelo digital” que permite anticipar complicaciones antes y después de la operación. “Planeamos utilizar estos datos adquiridos para actuar de manera preventiva”, afirma el especialista.
El potencial de los relojes inteligentes no se limita a la anestesia. Con proyecciones de ventas que superan los 400 millones de unidades para 2027, empresas como Apple y Samsung están desarrollando dispositivos que monitorean desde la calidad del sueño hasta la presión arterial. Según la Dra. Gosia Wamil de la Clínica Mayo, esta tecnología está permitiendo a los médicos identificar problemas de salud de manera temprana. “Cada vez más pacientes están dispuestos a utilizar sus relojes para proporcionarnos datos que luego podemos investigar más a fondo”, indica Wamil.
Las investigaciones recientes han revelado que las lecturas de ECG de estos dispositivos pueden detectar irregularidades cardíacas en personas sanas, mientras que algoritmos de inteligencia artificial logran identificar riesgos de insuficiencia cardíaca con un 88% de precisión. Esta combinación promete una atención médica más preventiva, permitiendo a los cardiólogos intervenir antes de que surjan problemas graves.
Además, la investigación se está expandiendo a áreas como la detección temprana de la enfermedad de Parkinson. Un estudio de la Universidad de Cardiff mostró que es posible identificar signos de esta enfermedad hasta siete años antes de su diagnóstico, simplemente analizando cambios sutiles en la marcha de los pacientes.
Sin embargo, el entusiasmo por esta tecnología viene acompañado de cautela. Expertos advierten sobre el riesgo de falsos positivos, que podrían generar ansiedad innecesaria y sobrecargar los sistemas de salud. “Los falsos positivos pueden causar ansiedad y hacer que la gente acuda al médico cuando no es necesario”, alerta el cirujano torácico Jeremy Smelt.
A pesar de estos desafíos, la visión del futuro es prometedora. Joe Kiani, CEO de Masimo, está enfocado en desarrollar tecnología que pueda predecir ataques de asma, ampliando aún más el alcance de estos dispositivos. “Estamos en la era de la salud preventiva, donde la tecnología no solo ayudará a diagnosticar, sino también a prevenir complicaciones”, concluye Kiani.
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