El concepto del “Caballo de Troya” proviene de la mitología griega, donde los griegos utilizaron una ingeniosa táctica para entrar en la ciudad de Troya. Este símbolo de engaño y manipulación se puede aplicar a diversas dinámicas en la sociedad contemporánea, especialmente en la forma en que algunas figuras masculinas utilizan a las mujeres para alcanzar sus propios fines.
En muchos contextos, los hombres han ejercido poder y control sobre las mujeres, a menudo utilizando su posición para manipular situaciones a su favor. Este fenómeno se manifiesta en el ámbito laboral, donde las mujeres pueden ser utilizadas como herramientas para validar ideas o proyectos que, en última instancia, benefician más a los hombres. En lugar de ser vistas como líderes o innovadoras, pueden ser reducidas a roles secundarios que permiten a otros obtener reconocimiento.
El presidente Daniel Noboa está rodeado de mujeres que han enfrentado diversas crisis desde la canciller, Gabriela Sommerfeld, la ministra del Interior Mónica Palencia, la secretaria de comunicación Irene Vélez, la ex ministra de Energía Andrea Robo, la exministra de la Producción Sonsoles García y las asambleístas de ADN Valentina Centeno y Paola Jaramillo, y como último fusible la ministra actual de Ambiente y Energía y Minas Inés Manzano. Desde cada uno de sus espacios han demostrado que están dispuestas a defender a capa y espada al presidente Noboa.
Por ahí tenemos al Ministro Félix Wong dando pataletas en diferentes medios tradicionales, pero nada como salir en cadena nacional un día diciendo que se reducirán los cortes de energía y al día siguiente en una entrevista con Carlos Vera señalando que fue un mal cálculo. El ministro de Transporte Luque es de los pocos cuadros masculinos que ha enfrentado una crisis y de la cual pudo retirarse a tiempo luego del escándalo de las barcazas.
Es claro que el uso de la imagen de las mujeres da una cierta percepción de tranquilidad hacia afuera por los patrones a los que siguen ligadas y mucho más en el poder. Al estilo de Maquiavelo es mejor sacar a pelear a una mujer con un hombre porque si se sobrepasa siempre puedes acudir a la violencia de género que en nuestros países latinoamericanos se usa como estrategia más que como una acción afirmativa. Esta dinámica de poder solo demuestra lo fácil que es destruir los liderazgos de las mujeres, “quemarlas” políticamente y luego plantearles una presunta investigación como la que está pasando Andrea Arrobo con el tema energético.
Siempre será más fácil, reducir un liderazgo femenino, sacarlo del tablero y limpiarse la cara con una voz que al igual de fuerte todavía sigue sirviendo al poder masculino.
Navidad en un pueblo
Por Kléver Bravo
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