En un impactante testimonio ante el tribunal de Avignon, la francesa Gisèle Pelicot relató la pesadilla que vivió durante años al descubrir que su exmarido, Dominique Pelicot, la drogaba y permitía que decenas de hombres abusaran de ella mientras estaba inconsciente.
Con el objetivo de que otras mujeres afectadas por violencia sexual puedan alzar la voz sin vergüenza, Pelicot, de 72 años, solicitó un juicio abierto, desafiando el anonimato común en casos de esta naturaleza.
En sus declaraciones, Pelicot se dirigió a las mujeres: “No nos corresponde a nosotras sentir vergüenza… sino a ellos”.
“Quiero que todas las mujeres que han sido violadas digan: la señora Pelicot lo hizo, yo también puedo. No quiero que se sientan avergonzadas por más tiempo“, afirmó, en referencia a su petición de un juicio abierto y de que se difundan los vídeos de las supuestas violaciones.
Este juicio ha despertado una ola de apoyo en Francia, con manifestaciones en más de diez ciudades y la solicitud de organizaciones feministas para que el gobierno amplíe la ley de violación, incluyendo el consentimiento explícito como requisito fundamental.
Durante el juicio, Pelicot enfrentó testimonios de familiares de los acusados que intentaron justificar sus acciones. “Un violador no es sólo alguien que encuentras en un aparcamiento oscuro a altas horas de la noche”, afirmó ella. “Puede estar en la familia, entre amigos”.
Además, recordó cómo Dominique la cuidaba en su vida diaria, algo que usaba para esconder la cruel traición que llevaba a cabo en secreto.
En su relato desgarrador, Pelicot destacó que el método de su exmarido para drogarla era a través de la comida, dejándola sin ninguna sospecha de lo que ocurría mientras dormía profundamente, hasta despertar con síntomas de cansancio y otros signos físicos que atribuía al estrés o al ejercicio.
Pelícot enfatizó que su decisión de abrir este proceso no es cuestión de valentía, sino de determinación. “Esto no es ser valiente; es tener la voluntad de cambiar la sociedad”, dijo.
La francesa se ha convertido en un ícono feminista, alzando la voz para que la “vergüenza” recaiga sobre los culpables y no sobre las víctimas.
Con un proceso judicial que inició el 2 de septiembre y podría extenderse hasta finales de diciembre debido a la complejidad y el número de acusados, el caso de Gisèle Pelicot ha puesto a Francia y al mundo a reflexionar sobre la importancia del consentimiento, la justicia, y el poder de las sobrevivientes para cambiar el sistema.
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