Estamos en plena revolución de la inteligencia artificial (IA). ¿Cómo va a afectar al empleo? ¿Qué profesiones u oficios tienen futuro y cuáles no? ¿El bachiller de hoy qué debe estudiar? Los grandes pensadores buscan respuestas.
Esta semana le dieron el Premio Nobel en Economía a Daron Acemoglu, James Robinson y Simon Johnson. En mayo, Acemoglu y Johnson publicaron Poder y progreso, en el que observan que la AI elimina empleos que consisten en analizar información para llegar a un diagnóstico y tomar una decisión. Pero solo en lo rutinario. Por ejemplo, la IA analiza los exámenes oftalmológicos, diagnostica los casos sencillos, y los complicados los remite a oftalmólogos. Generalizando: seguiría habiendo demanda para profesionales excelentes (médicos, arquitectos, abogados), pero no para los de rendimiento promedio o bajo.
Para Acemoglu y Johnson, lo que la IA nunca podrá hacer es resolver problemas humanos. Atención al cliente, por ejemplo. Típicamente, después de pasar menús, son humanos los que atienden consultas complejas. “Cada vez más muchas empresas buscan empleados con habilidades sociales. más que matemáticas o técnicas”.
El renombrado historiador Yuval Harari aborda el mismo tema en Nexus, publicado en septiembre. Harari parte de que las grandes revoluciones tecnológicas cambiaron el mercado laboral y la sociedad de manera radical. La revolución agrícola liberó a gran parte de la población del trabajo primario y dio lugar a servicios especializados, como escribas y sacerdotes y la creación del Estado. La Revolución Industrial introdujo la mecanización en el agro destruyendo empleo manual, pero los campesinos desplazados pasaron a ser obreros industriales urbanos y surgió la democracia.
Harari considera que la revolución en IA traerá cambios igual de profundos que sus antecesoras. Difiere de Acemoglu y Johnson en que la revolución de la IA recién empieza y que hará lo que hoy se cree fuera de su alcance. El ser humano busca una única causa para tomar una decisión. Pero la IA tiene la capacidad de buscar causas múltiples, procesando y ponderando toda la información relevante a una decisión, lo que la hace superior. Por ejemplo, hoy en la banca del primer mundo la decisión sobre un crédito la toma la IA, que analiza toda la información disponible sobre el cliente (incluso la información recogida por redes sociales y los buscadores de las computadoras), les asigna a todos un valor aunque sea mínimo, y decide si se otorga o rechaza la solicitud. En EE. UU. los jueces consultan a la IA sobre cuántos años de cárcel deben dictar para un sentenciado.
Harari cree que la IA reemplazará incluso a médicos de gran nivel. Pero no reemplazará actividades más sencillas. Puede que no se necesite al médico, pero si el enfermo es un niño y hay que ponerle una inyección, un robot no puede reemplazar a una enfermera. Tampoco si al enfermo hay que vendarle el tobillo. El futuro es para el empleo que requiera relaciones interpersonales.
Otras profesiones ganadoras son los espectáculos. ¿Quién va a ver un partido de fútbol entre máquinas, o asistir al guitarreo de un robot? Tanto para Acemoglu como para Harari, los empleos ganadores son los que signifiquen conexión entre humanos. Para lo técnico estarán las máquinas inteligentes.
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