Reformas a la Ley de Cultura 

Oct 14, 2024

Por Simón Zavala Guzmán

La evolución de la legislación de los países va de la mano con la evolución de sus sociedades. Y esto implica que quienes hacen y reforman las leyes deban tener vastos conocimientos, primero de la realidad nacional, segundo de los campos específicos que requieren nueva o modernización de la legislación para dichos campos y, tercero una honestidad legislativa que mire para el beneficio de quienes necesitan esa legislación y no para determinados personajes que se sirven de esa legislación para conseguir lucro y beneficios especialmente económicos. Si analizamos la historia de nuestro parlamentarismo, encontramos que muy pocos legisladores de fuste hemos tenido y que en lugar de mejorar para aumentar cuantitativa y cualitativamente esa producción intelectual jurídica hemos tenido un retroceso que nos lleva a concluir que es urgente y necesario dar un giro de trescientos sesenta grados sobre el organismo parlamentario. Desde la Asamblea Constituyente del 2008 hasta la actualmente en funciones, con excepción de Asambleístas que merecen un justo reconocimiento, la mayoría de lo que han pasado y de los que siguen son ciudadanos que merecen consideración por esa calidad pero que como legisladores son repudiados hasta por aquellos que les dieron su voto. La evolución de las leyes es fundamental para reflejar los cambios en la sociedad y asegurar, como un objetivo primordial que el sistema jurídico que rige para ella sea justo y efectivo, para mejorar la administración de justicia, especialmente en lo procesal y lo tecnológico, para resolver con sapiencia los problemas sociales; para actualizar la legislación obsoleta que ya es inaplicable o ineficaz; para que fortalecer la democracia y y para que la participación ciudadana sea expedita y se cumpla lo dispuesto por el artículo 95 de la Constitución; y, para que se persiga y se castigue la corrupción en general.

Pero para esto, es imprescindible que quienes lleguen como legisladores cumplan, por lo menos, los siguientes requisitos:1.-Conocimientos profundos del derecho y la legislación vigente.2.-Publicaciones y trabajos académicos relacionados con el tema.3.-Ejercicio profesional en el sector público o privado.4.-Probidad y ética en su actuación y toma de decisiones. 5.-Capacidad para analizar y evaluar impactos sociales y económicos.6.-Habilidad para escuchar y considerar opiniones divergentes.7.- Compromiso con la justicia social y los derechos humanos.8.- Conocimientos de economía, de política y de las demandas sociales.9.-Capacidad para trabajar en equipo y encontrar consensos. 10.- Obligarse a rendir cuentas y a actuar siempre con total honestidad. No me cabe duda que con legisladores que hayan pasado por estas premisas, se elevará el debate parlamentario, se expedirán buenas leyes y la sociedad ecuatoriana podrá caminar firmemente hacia el futuro.

He leído con detenimiento las reformas realizadas por la Asamblea Nacional y, en este artículo, me voy a referir a un aspecto de fundamental importancia sobre la Casa de la Cultura Ecuatoriana que dice relación con la naturaleza de la Institución y con su historia y trayectoria. La reforma dice: “Art. 100.-. Sustitúyase el artículo 151 por el siguiente texto: “Artículo 151.- La Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión” se constituye como una persona jurídica de derecho público perteneciente al Sistema Nacional de Cultura, con autonomía administrativa, financiera y de gestión. La Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión” tendrá su Sede Nacional en la ciudad de Quito y contará con un núcleo en cada provincia. Asimismo, podrá tener sedes cantonales y núcleos en el exterior, de acuerdo con su estatuto. Los núcleos tendrán una gestión descentralizada que seguirá las directrices de la Junta Plenaria de la Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión” , a quien rendirá cuentas, de conformidad con la normativa emitida por la Junta.” . Nótese claramente que dice: “La Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión” se constituye, como una persona jurídica de derecho público perteneciente al Sistema Nacional de Cultura…Es decir, de acuerdo con este disposición legal disparatada, la Casa recién empieza a existir porque es con esta disposición legal de una ley reformatoria, que se constituye, se inicia, nace. Y, se constituye por obra y gracia de Asambleístas que no tienen idea de la vida institucional de la Casa ni de su trayectoria histórica. La Ley Orgánica de Cultura, vigente desde el 30 de diciembre del 2016, en su artículo que se pretende reformar dice: “Art. 151.- De su naturaleza Jurídica.- La Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión es una Entidad con personería Jurídica de derecho público, autonomía responsable y gestión desconcentrada, administrativa y financiera. La Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión tendrá su Sede Nacional en la ciudad de Quito y contará con un núcleo en cada Provincia. Así mismo, podrá tener sedes cantonales y núcleos en el exterior, de acuerdo a su estatuto”. Si bien es cierto, en esta ley Orgánica se propicia la destrucción orgánico-funcional de la Casa, sin embargo se reconoce expresamente la existencia y vida jurídica de la Institución. Con esta reforma que se pretende sea aprobada por el Presidente de la República, que la constituye, esto es, que recién la crea y le da vida jurídica, se busca deliberadamente borrar toda la historia, la trayectoria y el aporte muy significativo que la Casa ha entregado a la cultura nacional. Y se pretende borrar la imagen y las ejecutorias de grandes dirigentes y gestores culturales, escritores y artistas que le han dado lustre nacional e internacional a nuestro país a través de la Cultura y sus diversas manifestaciones gestadas en esta Institución.

El 11 de noviembre de 1943, el presidente Carlos Arroyo del Río fundó el Instituto Cultural Ecuatoriano, dotándolo de recursos económicos para el cumplimiento de su misión cultural. Dicho Instituto se transformó en la actual Casa de la Cultura Ecuatoriana mediante decreto ejecutivo emitido el 9 de agosto de 1944, por el presidente  José María Velasco Ibarra. El Decreto, entre otras motivaciones señala expresamente el propósito de la Casa de la Cultura Ecuatoriana como: “…dirigir la cultura con espíritu esencialmente nacional, en todos los aspectos posibles a fin de crear y robustecer el pensamiento científico, económico, jurídico y la sensibilidad artística de la colectividad ecuatoriana.» El primer presidente de la misma fue el escritor y jurista Manuel Benjamín Carrión, mentalizador de la tesis de la gran Patria a través de la Cultura y, de la Casa, como la Institución que tenía que impulsar a través del tiempo este compromiso cultural histórico. La Casa ha tenido grandes Presidentes como el mismo Benjamín Carrión, Pío Jaramillo Alvarado, Julio Endara, Luis Verdesoto Salgado, Oswaldo Guayasamín, Galo René Pérez, Edmundo Rivadeneira, Stalin Alvear y Marco Antonio Rodríguez. Entre otros. Es verdad que la Casa también ha tenido períodos nefastos, especialmente desde el 2012, en que a la dirección nacional llegaron ilegal y fraudulentamente sujetos menos que mediocres, oportunistas y vivarachos, que tenían y tienen la consigna de liquidar a ésta paradigmática Entidad de la Cultura de nuestro país. La CCE tuvo su ley especial, que reconocía su creación y su reconocimiento jurídico conferido en 1.944 por el Presidente Velasco Ibarra, publicada como Codificación de la Ley de la Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión” en Registro Oficial No. 465 de 19 de noviembre de 2004, por la gran y efectiva gestión del escritor Marco Antonio Rodríguez y de los Presidentes de los Núcleos Provinciales que lo acompañaron en esa lucha cultural.

Entonces, quienes desde hace años hemos sido Miembros de la Casa nos preguntamos, quiénes son los que han impulsado estas reformas, cuáles son aquellos que permanentemente como supuestos gestores culturales solicitaron y fueron escuchados en la “Comisión Especializada Permanente de Educación, Cultura, Ciencia, Tecnología, Innovación y Saberes Ancestrales”, quienes de esta comisión votaron a favor porque su informe y las reformas a la ley de cultura pasen al Pleno de la Asamblea y, qué es lo que se busca con estas nuevas disposiciones “reformatorias”? Si la Casa es parte del Sistema Nacional de Cultura, como consta en la ley anterior y también en esta ley reformatoria, cuya dirección está en manos de la Ministra/o de Cultura, la Junta Plenaria de la Casa, que es su máximo organismo de dirección, estará totalmente subordinada, en todo a esa Ministra o Ministro. Es decir, la Casa pasa simplemente a ser una dependencia burocrática más del Ministerio. Se habrá cumplido el deseo de los corruptos culturólogos de destruir definitivamente a la Casa para que alguien venga y la cierre. En orden a tratar de descubrir las razones políticas que están tras bastidores, para negar la rica historia y la existencia misma de esta Institución, a continuación, presento algunas posibles motivaciones:

  1. Reescritura de la historia: los corruptos culturólogos desearían tratar de reescribir la historia cultural del Ecuador para ajustarla a su ideología y narrativa política. 2. Control y hegemonía cultural: Al negar la historia de la Casa de la Cultura, pretenderían intentar controlar la narrativa cultural y imponer su propia visión del país como lo vienen haciendo ya. 3. Eliminación de la oposición: La Casa de la Cultura ha sido un espacio de resistencia y oposición a la ideología desvencijada y policíaca que pretende que el Estado controle al pensamiento y a las diferentes expresiones de la literatura y el arte, por lo que su eliminación puede ser vista como una estrategia política.4.-Revanchismo político: Los culturólogos corruptos desearían ejercer venganza contra instituciones e intelectuales que se opusieron a su estrategia de mantener secuestrada la cultura nacional durante su ejercicio de poder. 5. Intento de deslegitimación: Al cuestionar la historia y el legado de la Casa de la Cultura, los culturológos corruptos pretenderían intentar deslegitimar a la institución y a sus líderes que la hicieron posible. 6. Construcción de una nueva identidad cultural: Se buscaría imponer una nueva identidad cultural que se ajuste a su visión política y social. 7. Ignorancia o falta de conocimiento: Es posible que algunos de los que lucraron de los bienes y recursos que debían destinarse a fomentar las diversas actividades culturales, no comprendan la importancia histórica y cultural de la Casa de la Cultura. 8. Intereses personales o políticos: Algunos culturólogos corruptos podrían tener intereses personales o políticos en juego, como el control de recursos o la promoción de sus propios proyectos culturales. 9.- Ingresar a la Institución un ejército de militantes sin ningún perfil cultural para darles empleo y atomizar la Casa. En fin, como dice la sabiduría popular, piensa mal y acertarás.

En otro artículo me referiré a los aspectos de esta Ley Reformatoria que es una herejía jurídica y cultural, que la Presidencia de la República no debería ponerle el ejecútese devolviéndola para que nuevamente sea debatida con la participación de los verdaderos creadores de nuestro país.



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