Diego Torres Hadathy, corresponsal en EEUU.
Las fotos del campo israelí arrasado por militantes del grupo Hamas en octubre del año pasado y las imágenes de las secuelas de los bombardeos israelíes sobre las posiciones terroristas y civiles en Gaza y en Líbano circulan en todos los medios de comunicación locales, que advierten las consecuencias negativas que una escalada de esa guerra podría tener en las elecciones presidenciales del 5 de noviembre.
Israel juró extinguir a Hamas luego de la masacre de 1.200 personas, entre ellas 350 jóvenes que participaban en un festival de música y del secuestro de 240 ciudadanos de los cuales más de 100 aún permanecen en cautiverio. Desde entonces los bombardeos e incursiones del ejército israelí no han cesado, a pesar de los pedidos de tregua de Estados Unidos y las Naciones Unidas.
Los líderes de Hamas y Hezbollah, apoyados económica y militarmente por Irán, también prometieron terminar con el estado de Israel y atacan por la frontera sur (Hamas) y norte (Hezbollah). Pero el ejército judío no solo puede con los dos, sino que con golpes milimétricos eliminó en estas últimas semanas a la cúpula política y militar de Hezbollah y ha destruido instalaciones y armamento de las dos organizaciones.
Estados Unidos es el principal aliado de Israel y mantiene una millonaria ayuda militar y política desde hace varios años. Sin embargo el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha ignorado el pedido estadounidense de cesar las hostilidades y permitir el paso de ayuda humanitaria en Gaza.
Ese caso omiso ha traído duras críticas al gobierno de Joe Biden, por su “falta de firmeza y poca fuerza”. A esto se suma la amenaza de Israel de bombardear las instalaciones petroleras iraníes, lo cual -según analistas- pondría en graves aprietos al gobernante partido demócrata, por su incondicional apoyo a Israel y porque supondría un aumento de los precios de los combustibles, que impulsaría la inflación en Estados Unidos.
También será difinitiva la enorme cantidad de votos de las comunidades árabe y judía, cuya visión del conflicto podría significar el triunfo para Harris o Trump.
Pero al parecer a Netanyahu poco le preocupan las elecciones de su aliado. Ha gobernado por casi 3 décadas al pueblo judío; representa a la línea más dura de la derecha; fue alumno destacado del Massachusetts Institute of Technology (MIT); se distingue entre los políticos más influyentes del mundo y hace un año decidió vengar y responder sin miramientos al peor atentado que ha sufrido Israel en más de 70 años. (DTH)
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