El pasado 7 de octubre, la misión Hera de la Agencia Espacial Europea (ESA) fue lanzada al espacio con el objetivo de estudiar el asteroide Dimorphos, el cual fue desviado por la NASA en 2022 para probar una estrategia de defensa planetaria. Este proyecto, valorado en unos 400 millones de dólares, busca protegernos de posibles amenazas espaciales. Mientras tanto, en la Tierra, los verdaderos “asteroides” ya han impactado: guerras indetenibles, hambre, crisis climáticas y desigualdades. Cada diez segundos, alguien muere de hambre en nuestro planeta, pero al menos sabemos que si un asteroide se acerca, la humanidad estará preparada.
En Yemen y Siria, millones de personas luchan por sobrevivir: unos en medio de un conflicto interminable y otros enfrentando la devastación y el desplazamiento ocasionados por la guerra civil. En el Cuerno de África, más de 20 millones se ven amenazados por la sequía extrema, exacerbada por el cambio climático, lo que perpetúa un ciclo de crisis incesante. Sin embargo, no es un asteroide el que pone en riesgo a estos países, sino nuestra indiferencia. El hambre y las crisis humanitarias parecen no competir con la narrativa épica de salvar el planeta de una colisión cósmica.
Aun así, Hera es solo una parte de nuestro gran desvío de prioridades. Mientras los trajes espaciales de la NASA cuestan cerca de 22 millones de dólares cada uno, en Nigeria, más de 80 millones de personas viven en pobreza extrema. La paradoja es poética: Volar lejos del caos, mientras millones de víctimas del cambio climático luchan por respirar aire cada vez más tóxico. Pero, si este se vuelve irrespirable, no se preocupe, siempre se podrá terraformar Marte. ¡Eso sí, los que puedan permitírselo!
La industria del entretenimiento también cumple su función y si no estamos viendo la última batalla de superhéroes, quizás podríamos advertir que la guerra, el hambre y la destrucción del planeta no son una ficción. Pero, ¿quién prefiere la realidad frente a un buen espectáculo?
Las crisis climáticas son el resultado de los procesos de acumulación del capital y de los modelos de industrialización, tanto socialistas como capitalistas. Mientras se destinan millones a protegernos de asteroides espaciales, los auténticos “asteroides”, en forma de crisis humanas y ecológicas, ya han impactado en nuestro planeta. Tal vez la verdadera amenaza no provenga del espacio, sino de nuestra apatía constante; al parecer, no aprendemos nada de la historia.