Una premisa de vida es una verdad asidua que desarrolla cada persona y desde la que parte todo su razonamiento, nos permite ver la realidad y justificar pensamientos, decisiones y acciones, ya sea demostrando “su verdad” o refutando otras verdades. Estas premisas son el resultado de todas las experiencias que el individuo ha acumulado en su vida, producto del ensayo-error, vivencias familiares, imposiciones de la autoridad, de la enseñanza académica, de castigos y recompensas, de la búsqueda de la aceptación en el grupo, todo con el fin de suplir las necesidades básicas y las aspiraciones.
Las premisas pueden ser explícitas, si están claramente expresadas, o implícitas, que están ocultas y se expresan en emociones o acciones. Las personas con intereses comunes se juntan y logran el poder político, establecen premisas que también son explícitas o implícitas, estas últimas muy difíciles de identificar, mientras que las primeras son expuestas a través de las reglas de juego que definen cada sociedad.
A lo largo de la evolución, las reglas de juego nos permiten interactuar para conseguir fines comunes, como la cacería y la protección en el grupo en el paleolítico y luego para explotar nuestro entorno en el neolítico, se basan en premisas implícitas establecidas en cada contexto, cuyo objetivo fundamental es preservar la vida, por lo tanto cualquier premisa que no proteja la vida es insostenible.
Grandes pensadores y líderes crean premisas del comportamiento humano y a través de sus seguidores siembran pensamientos y doctrinas, base del desarrollo de pueblos, forjando grandes imperios, desde los mesopotámicos hasta los actuales: EU y China, en franca pugna por establecer supremacías.
Las premisas pueden ser: individuales y colectivas, que se encuentran en continua pugna. Las primeras se forman en cada persona y son influenciadas por las colectivas. Si un individuo puede transformar la forma de ver el mundo y luego influir en la sociedad, es un líder al que seguimos y al que defendemos con ahínco.
El gran reto es descubrir nuestras propias premisas implícitas, la mayoría desconocidas, para no convertirnos en tontos útiles de intereses grupales, aupados tras ideologías que muchas veces ni los mismos falsos líderes las conocen; hacer un esfuerzo moral y ético para cambiarlas y construir nuevas premisas que satisfagan nuestras necesidades y las de quienes nos rodean, mas aún ahora en esta época electoral.
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