El juicio a la ministra

Oct 6, 2024

Por Alberto Dahik

En la reciente visita del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, a la República de Argentina, cuando se le preguntó sobre la seguridad, respondió muchas cosas, pero una quedó muy en claro, tema sobre el cual insistió, lo reafirmó y lo puso como la más importante condición para la lucha contra la delincuencia: la absoluta unidad de todos en el país.

Nayib Bukele dijo con claridad que de nada servía que la policía metiera presos a los delincuentes si los jueces no hacían su tarea; que de nada serviría que los jueces hicieran su tarea o deberes si la sociedad y los partidos politizaban el tema de la delincuencia y se lo volvía un tema electorero.

Si se pregunta a cualquier ciudadano, de los muchos admiradores que tiene Bukele en el continente, casi el 100 % respondería que el éxito de El Salvador en materia de seguridad es la gestión del presidente Bukele. Pero el mismo presidente, que no desconoce lo que el Gobierno ha hecho bien, reconoce también el rol insustituible de un propósito nacional y de la unidad de la sociedad.

En nuestro país, Ecuador, estamos precisamente al revés. La Asamblea Nacional trata de interpelar y destituir a la ministra, justo a aquella persona que ha coordinado y liderado en la administración el esfuerzo de la lucha contra el crimen organizado y que ha arriesgado también su integridad personal.

En pocas palabras, seguimos demostrando esa incapacidad de nuestra sociedad para llegar a consensos. Si todos dicen que debemos aprender lo que hizo el presidente de El Salvador, ¿por qué entonces no escuchamos lo que él mismo dice respecto a la unidad de todos en el propósito de la lucha contra la delincuencia?

Y quienes más buscan la censura son de los más visibles grupos que en los casos Purga y Metástasis han quedado al descubierto en la vinculación de los políticos con las mafias a través también del control de la justicia.

¿Cómo es que organizaciones políticas que con gran cantidad de evidencia se han visto involucradas en la más horrenda corrupción judicial de la cual tengamos memoria y en la manipulación de jueces, pueden ahora ser quienes juzguen a la persona que más directamente lucha contra las bandas que la justicia ha protegido?

Este es el contrasentido más grande que se puede tener dentro de un juicio político, y, si el presidente Nayib Bukele tiene la razón (que por el éxito de la disminución de la delincuencia en El Salvador no debemos de dudar que no la tenga), entonces este juicio político, con las implicaciones de las vinculaciones de los acusadores con las mafias y el manejo de la justicia, destruye con toda fuerza la precondición de la unidad nacional que Bukele ha establecido como indispensable para triunfar en la lucha contra el crimen organizado y la delincuencia en nuestra sociedad.

En Ecuador, una vez más nos corroe la falta de unidad, nos destruye, nos quita norte y dirección, y va contribuyendo a esa lamentable percepción de que somos una sociedad sin futuro, porque hemos decidido que no se debe vivir con un pacto social, sino con el apego a los más perversos intereses personales, partidistas y politiqueros.



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