Anticipación estratégica continua: condición clave para la toma de decisiones

Oct 1, 2024

Por María Fernanda Noboa

No es novedad que cualquier sistema de inteligencia estratégica en el mundo considera a la anticipación estratégica continua como el proceso de evaluación sistémica permanente de factores, riesgos y vulnerabilidades a los que se ve enfrentado el conductor estatal, los tomadores de decisión y otros actores en estados de conflictividad. Conocidos analistas de inteligencia y prospectólogos han advertido de la desventaja de no contar con análisis tendenciales en líneas de tiempo convergentes en diversas escalas de espacio que permitan contar con lo que el experto Sohail Inayatullah se refiere a un mapeo de futuros potenciales de corto y mediano plazo. Es a partir de ellos que se puede tener un panorama general del comportamiento de factores de riesgo y amenazas, pero también de oportunidades para el Estado en sus procesos de toma de decisiones más segura, oportuna, minimizando los riesgos de error.

Contar con un sistema de anticipación estratégica continua, como sostiene el experto Eduardo Balbi, implica ganar tiempo al tiempo; tener la capacidad de maniobrar con inteligencia signos de eventos que alertan de potenciales disrupciones, tener la intuición y la imaginación de planear potenciales futuros; es plantear un desafío de la mirada de nuestras acciones estratégicas y ,consecuentemente, el diseño de líneas de acción tácticas en cadena, cuya relación articule acciones prospectivas que demuestran que la visión de lo que se busca está en la propia acción, y posteriores procesos evaluativos. Esto es una ruptura de los aprendizajes cotidianos y desapegarse de las certezas. Implica saber jugar con ventaja dentro de incertidumbres estructuradas, sin desasosiego y manteniendo el tono emocional adecuado para estar preparados para cualquier eventualidad, sin temor. Estas eventualidades a decir de Jim Dator de la Escuela de Manoa- en su estudio de las 4 imágenes genéricas de futuro -serían indicios de diferente modelos para imaginar el futuro; en el caso concreto de la conflictividad de inseguridad que vive Ecuador nos aproximaríamos al colapso en donde las percepciones de los tomadores de decisión podrían ser sobrevaloradas o sobrestimadas, en medio no solo de la mutación de los propios contextos (reacomodo espacio-temporal urbano, autoridades y diversos tipos de actores), sino y ,sobre todo, en el movimiento molecular y gaseoso de los grupos criminales cuya imprevisibilidad de actuación intenta poner en jaque a los analistas y tomadores de decisión.

Un ejemplo importante, referido al Conflicto Armado Interno, decretado por el Presidente Noboa . A partir de él es claro que coexisten dos ciclos paralelos; aquel que manejan los aparatos de fuerza estatales en la planeación, ejecución y desarrollo de las diversas operaciones, de manera simultánea- aun cuando se han priorizado procesos de focalización-; el otro ciclo -no homogéneo- configuran como contraparte en movimientos inesperados los otros jugadores criminales del contexto que se mueven con escalas espacio-temporales poco claras. La rápida atomización en respuesta a una nueva división criminal del trabajo– a nivel trasnacional que afecta a nivel regional y logra comportamientos intermésticos de los grupos criminales en cada país, resultan perturbadores y confusos . No existe claridad en sus guiones, relatos que nos den signos claros de su estrategia, dejando abiertos guiones de diferentes finales posibles. Es por ello que no solo sus movimientos, sino sus alianzas recombinantes (con terrorismo), sus actuaciones invisibles (en las redes en los llamados ductos subterráneos) y el cambio de actividades criminales no pueden ser rastreadas en patrones claros.

Por tanto, la anticipación estratégica sirve para definir nuevas cartografías de juego: no más de viejas recetas que no funciona; urge una renovación primero de las condiciones de la mirada de los analistas en el juego cambiante de los grupos criminales- que sí dejan huellas: desplazamientos, narrativas, alianzas, mutaciones, alianzas ad hoc.

Finalmente, esto implica siempre correr el riesgo definir mapas estratégicos que conecten elementos, definan nuevos paisajes, nuevos territorios de acción; en suma, partir de la renovación de la mirada, el establecimiento de nuevos guiones de actuación, reescribir las intervenciones y tener una mirada más situada.



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