La crisis energética (parte 1) 

Sep 27, 2024

Por Kurt Freund Ruf

Cuando todavía prevalecen modelos que incluyen conceptos caducos como los mal llamados sectores estratégicos cuando lo estratégico es la disponibilidad o carencia del insumo. Me disculpo con mis amables lectores por repetir este concepto que no parece poder ser asimilado por los políticos ni anteriores ni de época reciente en el último medio siglo. Esto es un mal heredado que parece como un gen maligno incorporado al ADN de la burocracia y difícil de erradicar.

Este concepto constitucional se traduce negativamente en la legislación y los reglamentos que vienen afectando por décadas el desarrollo y también la vida cotidiana. ¿Por qué?

Por qué la clase política, independiente de su tendencia, antepone sus intereses a las necesidades reales del país y menos aún entiende lo que son los planes prospectivos como los ejecutan los países desarrollados. No se debe hacer una cantidad de estudios que quedan acumulando polvo en las repisas de las entidades públicas, donde cada gobierno malgasta recursos nuevamente en más estudios sino planes no a 10 o 20 años, sino de 30 a 50 años mínimo para señalar una hoja de ruta que se va ajustando por las autoridades de turno acorde con los avances técnicos, donde se ajustan las velas y el timón según el viento y la corriente de la época para conseguir de mejor manera llegar a buen puerto. Este destino se llama desarrollo.

No podemos tener mejor ejemplo que la Ley Orgánica de Competitividad Energética que entró en vigencia en enero 2024, también irónicamente llamada la “Ley de no más apagones”; menudo chasco, que en menos de medio año se puede decir que no vio la luz primera, pues nació maniatada con la aprobación de 131 de los 136 asambleístas presentes. En otras palabras, craso error de la gran mayoría, pues antes de promulgarse esta ley el límite para cualquier proyecto de energía renovable, biomasa, eólica, solar, hidroeléctrica, geotérmica permitía hasta 50 MW y actualmente con esta ley el límite para autoconsumidores se redujo a máximo 10 MW; un absurdo cuando hay muchas empresas que pueden necesitar más que los 10 MW de energía instalada y solo el sector camaronero en su transformación energética para dejar de consumir Diesel necesita cerca de 2500 MW.

Ciertamente, el sector minero necesita proyectos grandes. Peor aún es que esta autorización esté direcciona solo a energías renovables, sin considerar que en algunos casos no está disponible más que a ciertas horas del día, como el caso de la solar y la eólica, y muchas de estas actividades empresariales necesita energía 24/7. Como son las industrias del cemento, vidrio, plástico, acuacultura, turística y alimentos, entre otras. En el caso de las camaroneras necesitan un horario variable tanto para la alimentación como para el bombeo que depende de las mareas y estas varían de acuerdo con el ciclo de la luna. No se puede legislar temas como estos con personas improvisadas, sino con conocedores de la materia en consideración. (Estar bien informados)

En realidad, los autoconsumidores deberían poder saber qué tipo de energía escogen, incluso gas, HFO u otro combustible, de acuerdo a la dinámica de su negocio y en la capacidad que ellos consideren necesaria. También debe permitirse asociación de autoconsumidores para el desarrollo de proyectos conjuntos de mayor capacidad, acompañados de profesionales del ramo, ya que la mayoría de los empresarios conocen su campo de actividad, pero no conocen nada del sector eléctrico y tampoco podrían lograr las eficiencias de escalas requeridas en una época tan competitiva como la presente.



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