Todos los ciudadanos del Ecuador, de una u otra manera, hemos expresado quejas sobre quienes administran nuestras ciudades. Es cierto que no se puede complacer a todos, pero el colectivo identifica con claridad las necesidades en obras y servicios. Cualquiera que viaje en bus o automóvil puede sentir la incomodidad al caer en un bache. Al acudir a las oficinas municipales para realizar un trámite, es evidente que la atención deja mucho que desear.
Las únicas personas que parecen ajenas a esta realidad son nuestras autoridades. Basta con observar los graves problemas de movilidad en Quito; para ellas, estos no parecen ser tan críticos, ya que prefieren enfocarse en entregar parques y obras menores de manera constante.
Además, seguimos leyendo sobre asaltos cometidos por personas en motocicleta, a pesar de que ya existe una ordenanza que sanciona este tipo de tránsito. Sin embargo, la aplicación de esta norma es ineficaz. Nuestras autoridades, sin un ápice de vergüenza, eluden sus responsabilidades, y parece que no hay motivos para cambiar esa actitud. ¿Acaso alguno de nosotros se atreverá a pedirles cuentas?
Es inaceptable seguir viviendo con esta falta de prevención. Aunque se emitieron horarios para los cortes de energía, el alcalde parece no haber recibido “el comunicado”, lo que provoca que Quito viva un caos con cada apagón. Nuestros agentes de tránsito, carentes de una dirección competente, llegan a los puntos críticos una hora después de que se producen los incidentes.
Este déficit en responsabilidad, vergüenza y ética está afectando seriamente a los gobiernos autónomos descentralizados. Mientras alcaldes y presidentes parroquiales no tomen en serio su cargo y la importancia del servicio para el cual han sido elegidos, los presupuestos seguirán escurriéndose como agua entre sus dedos. Muchos de ellos entregan contratos a amigos, familiares y socios, lo que agrava aún más la situación.
Ojalá que en las urnas se castigue a cada movimiento y partido que ha permitido que estas autoridades ineptas lleguen a sus cargos, para que todos seamos testigos de la destrucción que han causado a nuestras instituciones.
Soy boomer, no me compadezcan
Luis Antonio Guijarro
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