La intensificación de los ataques entre Israel y Hezbolá ha dejado más de 550 muertos en el sur de Líbano, en un conflicto que amenaza con escalar a una guerra total.
El primer ministro libanés, Najib Mikati, describió los recientes bombardeos israelíes como “una guerra de exterminio”, en medio de un panorama en el que la región se ve arrastrada a una crisis humanitaria.
Los enfrentamientos entre Israel y Hezbolá han desplazado a miles de personas, y los bombardeos sobre zonas pobladas han incrementado el número de civiles afectados.
A pesar de que ambas partes aseguran no querer una escalada mayor, la situación en la frontera norte de Israel y el sur de Líbano sigue deteriorándose, avivando temores de un conflicto más amplio que podría involucrar a potencias regionales como Irán y atraer la intervención de Estados Unidos.
Según analistas, Israel parece haber aprovechado la oportunidad para debilitar a Hezbolá, gracias a información clave sobre sus posiciones estratégicas.
El grupo armado chiita, sin embargo, ha incrementado sus ataques hacia ciudades israelíes como Haifa, mientras que el primer ministro Benjamin Netanyahu sigue defendiendo su promesa de restaurar la seguridad en la frontera norte de su país.
A medida que el conflicto se agudiza, la posibilidad de una solución diplomática o un alto al fuego en Gaza parece cada vez más lejana. Sin embargo, muchos expertos coinciden en que ninguna de las partes involucradas desea una guerra a gran escala, lo que abre una pequeña ventana para la diplomacia antes de que la situación se salga de control.
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