Incendios y quemas ancestrales: una práctica que está lejos de explicar los incendios en Perú

Sep 25, 2024

El fuego devorador inició su ataque a las 9:30 de la mañana en Pomacochas, un pueblo en el corazón de la Amazonía peruana. Rocío Valles, una valiente ciudadana de la zona, recuerda cómo, al llegar, ya había dos casas en llamas.

Con herramientas rudimentarias, los vecinos intentaron frenar la furia del fuego, pero sus esfuerzos fueron en vano. “Usamos mantas mojadas, pero el incendio avanzaba implacable”, relata con angustia.

La ayuda de las autoridades llegó demasiado tarde, dos días después del siniestro. En su camino, las llamas no solo arrasaron viviendas, sino también cultivos de maíz y papa, y hasta se cobraron la vida de un hermoso colibrí cola de espátula y un mono choro de cola amarilla.

El pasado 13 de septiembre marcó el inicio de una ola de incendios forestales que ha dejado hasta 20 muertos y ha afectado a 20 regiones en Perú.

Desde enero hasta agosto, ya se habían registrado 192 incendios, un 23% más que el año anterior.

Según el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR), hasta el 23 de septiembre, se habían identificado 7.069 focos de calor y 179 incendios, una leve disminución tras la llegada de lluvias en las zonas afectadas.



El presidente del Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzén, culpa de esta catástrofe a las “prácticas ancestrales” de quemar tierras para expandir la frontera agrícola.

Sin embargo, expertos como el profesor Daniel Valle Basto, de la Universidad Científica del Sur, cuestionan esta afirmación, señalando que las quemas actuales son mucho más profundas y destructivas que las prácticas controladas de antaño.

La situación se agrava por la insuficiente cantidad de bomberos forestales y el cambio climático, que intensifica la crisis.

La nueva Ley Forestal de Perú también ha sido señalada como un incentivo perverso para la deforestación, mientras que las actividades ilegales, como la tala y minería, siguen en aumento.

La falta de atención política hacia el cambio climático agrava aún más la situación, dejando a las comunidades en una lucha desesperada contra el fuego.

Mientras el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) alerta sobre el aumento de temperaturas y la desertificación de la Amazonía, la respuesta de las autoridades ha sido tímida.

En un círculo vicioso, los incendios no solo son una consecuencia del cambio climático, sino que lo agravan, dejando a miles de personas desamparadas y provocando un eco de desesperación en la región.

Con el país sumido en la crisis, el costo humano es devastador: 20 vidas perdidas, 165 heridos y miles de hectáreas consumidas por las llamas. La batalla por salvar la Amazonía peruana es más urgente que nunca.



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