Otra vez en este Ecuador del alma estamos sufriendo la falta de energía eléctrica con sus varias consecuencias, principalmente apagones de luz, falta de agua potable en las redes ciudadanas y todo lo que se obtiene con ese vital servicio, ahora deficitario por las pasadas imprevisiones de los entes y funcionarios responsables de proveerlo acorde al crecimiento de la demanda ciudadana, lo que en estos días se agrava por la falta de lluvias y de aguas en los embalses que nutren con su fuerza hídrica a las varias generadoras bien y/o mal instaladas en sectores estratégicos del país.
Por el quemeimportismo estatal y de quienes figuraron en esos entes -que mejor no los nombro- en la década saqueada, con su centralismo, revanchismo político, complejos y hasta envidias personales, aquí en Manabí, militar, policial y fisicamente agredieron las instalaciones y clausuraron dos brillantes iniciativas generadoras de energía eléctrica, ya funcionando 16 meses, las que aprovechando los embalses de Poza Honda en Santa Ana y La Estancilla en Calceta, instaló un -como yo- enamorado y agradecido de esta tierra, Carlos González-Artigas D. (+) para su empresa “La Fabril” y extensivamente para quienes lo requieran y alcance. Fue MANAGENERACIÓN esa gran iniciativa que decomisaron sin razón ni justicia, demostrando la corrupción e impavidez que reinó en ese entonces y en muchos otros emprendimientos, cuyas consecuencias son las que hoy estamos viviendo, sufriendo y culpando a quienes heredaron ese caos.
A lo anterior, agreguemos el tortugismo gubernamental en las desiciones y contrataciónes de publicitados proyectos de aprovechamiento de la luz solar con instalaciones en la gran e inútil extensión aplanada en el derroche que es Refinería del Pacífico en El Aromo, Manta. Adicionemos también la existencia del monopolio gubernamental para la generación y distribución de ese vital servicio del convivir y progreso social, que no permite inversiones privadas en esos desde hace tiempos ya deficitarios servicios públicos; agravado esto con la recientemente denunciada corrupción en las varias empresas de este monopolio, reflejado eso en sus latisueldos y excesivas prebendas sindicales, por mencionar algo.
¿Soluciones? Hay que abolir el perjudicial monopolio estatal para la generación y distribución de energía eléctrica. Consecuentemente, se debe estimular con la debida seguridad jurídica la inversión privada, nacional y/o extranjera, regulando bien la provisión a la comunidad de este vital servicio. Para esto, deberían entre Ejecutivo, la actual asamblea -con minúsculas- y los órganos que corresponda, con la urgencia que amerita, promulgar lo mencionado.
Finalmente y para que “cuatro pendejos” (así los calificó el Presidente Noboa) se vuelvan a burlar en la asamblea -otra vez con minúsculas-, hagamos como hace poco recomendó un ministro del ramo en el gobierno del tibio G. Lasso, en Ecuador entero roguemos a la divina Providencia para que llueva pronto y bastante en esta sufrida patria.
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