La guerra contra el narcotráfico y las organizaciones criminales internacionales demandan muchos recursos y esfuerzo en las regiones donde ejercen sus actividades delictivas. Estas han sido declaradas como una amenaza a los países y a la seguridad hemisférica con sus implicaciones en la seguridad integral de los estados. Esta guerra es compleja y no se pueda llevar de manera unilateral, sino se requiere de la cooperación internacional para que sea efectiva y sostenida en el tiempo.
La revista Conflict Management and Peace Science estimó que los EE. UU. disponen de 254 bases e instalaciones militares a nivel mundial, que se utilizan como centros de comando y control, plataformas logísticas y centros de apoyo para las operaciones militares en las regiones donde operan. En América Latina hay 76 bases estadounidenses para enfrentar a las diversas amenazas a la seguridad hemisférica como el narcotráfico. Se destacan las bases aéreas de Palanquero, Colombia y de Palmerola, Honduras, que son centros para misiones antinarcóticos.
En Ecuador el Puesto de Control de Avanzada (Forward Operation Locations o FOL), que estaba ubicado en la base aérea Eloy Alfaro en Manta, operó durante 10 años (1999- 2009). Hacía actividades de control de las rutas aéreas y marítimas utilizadas por el narcotráfico, además mantuvo misiones de interdicción en coordinación con la Fuerza de Tarea Inter-Agencial Conjunta del Sur, con sede en Key West, Florida, la Armada y Policía ecuatoriana. Esto constituyó un instrumento importante, eficiente y disuasivo en la lucha contra el narcotráfico en este país, pero después de una decisión política del gobierno de Rafael Correa incluido en la Constitución de 2008 dejó de operar con las implicaciones que hoy conocemos. El Estado no fue capaz de sustituir la tecnología de vigilancia y basó su política de control con unos aviones no tripulados (AUV) de origen israelí, que tienen limitaciones operacionales para abarcar el espacio aéreo y marítimo ecuatoriano.
Por eso, es importante debatir la presencia de una base internacional para el control del narcotráfico que opere en el país, quizá con otras características del FOL, pero con alta tecnología y personal capacitado, interagencial y de países involucrados directamente en la guerra contra las mafias del narcotráfico en la región, como EE.UU., Colombia, Ecuador, Perú, Chile. Sin la cooperación internacional esta guerra estará perdida, porque para los carteles y mafias no existen fronteras, sino el interés de ejercer sus actividades ilegales aprovechando las debilidades de los países.
En el mundo aumenta el consumo de drogas de todo tipo y América Latina suministra cocaína, heroína, marihuana y fentanilo, por lo que los intereses de las economías ilegales en la región son inconmensurables y pueden desbordar la capacidad de accionar de los estados y van constituyéndose en una amenaza para la seguridad hemisférica. Por esto, los EE.UU. seguramente en conversaciones con el Gobierno Nacional han puesto esta alternativa que puede resultar efectiva no solo para Ecuador sino para toda la región.
Hay sectores que defienden conceptos nacionalistas y de soberanía arcaicos, que muestran sus intereses políticos, no los del país. Si se negocian los convenios acordes a normativas internacionales vigentes, lo que dicen tiene sustento. Con las nuevas tecnologías de la información y comunicación, internet, redes sociales globales, entre otros, los conceptos de soberanía tradicional se desarman.
Para el país creo es importante contar con el apoyo de una Base Internacional de Control del narcotráfico, por su tecnología, por la capacidad operacional e interagencial, así como la coordinación y cooperación de los países de la región azotados por estas mafias criminales.
0 comentarios