Una ojeadita a la imagen de futuro que necesitamos en seguridad…

Sep 16, 2024

Por María Fernanda Noboa

La vorágine de enfrentarnos a un presente inestable, de dominio desordenado, acompañada de variables sobre todo estructurales de pobreza, desigualdad, de desempleo, múltiples condiciones socio-geográficas y territoriales y culturales, geopolíticas y de conflictividades de diversa índole, que se comportan de manera disruptiva y poco previsible, exige que nos apoyemos en algunos elementos que nos provee la prospectiva estratégica.
La elevada complejidad de la problemática de la inseguridad y violencia en el país no puede soslayar la concurrencia de diversas dimensiones espacio-tiempo, a partir de las cuales los acontecimientos hechos y sucesos no responden a una mirada lineal. Nos enfrentamos a una sucesión de movimientos hacia atrás y adelante como un vaivén, movimientos emergentes, procesos de que se hunden en el pasado inmediato y mediato dando señales de antecedentes y potenciales comportamientos futuros, pero que en el presente adquieren nuevos matices, mutando rápidamente sin darnos tiempo para entender su variabilidad, impidiendo claridad respecto de las configuraciones e imágenes de futuro que sobrevendrán a Ecuador en mediano plazo.
Así, en los movimientos simultáneos de mercados y actores criminales, en condiciones espacio-temporales específicas, resulta indispensable, como sostiene el comunicólogo argentino Marcelo Manucci, dilucidar la biología de la incertidumbre, toda vez que con las referencias conocidas respecto de la complejidad de la inseguridad, las actuaciones de las redes criminales, sus mercados y la penetración en diversos niveles del Estado se establecen patrones de circuitos que son difíciles de ser detectados y comprendidos. Estos son azarosos, moleculares y volátiles, lo que produce que los conductores del Estado, y operadores del sector seguridad naveguen en un espectro de desconcierto, que termina influyendo en la toma de decisiones coyunturales, alejadas de la realidad y, lo que es peor, sin sostenibilidad en el tiempo.
Debemos advertir que el sentido del tiempo para planificar , tomar decisiones y actuar se funde entre quien lo relata, quien establece su significado y afecta las relaciones sociales que se generan alrededor de fenómenos críticos -en el caso concreto de elevada conflictividad e inseguridad del país-. La planificación para la conducción de la seguridad, entonces, debe desenvolverse en un espacio de múltiples posibilidades, Esto se relaciona con una necesidad de innovar las respuestas operativas y tácticas frente a la inseguridad “esquematizada” en el denominado Conflicto Armado Interno. Por tanto, urge una mirada estratégica integradora, sin dejar de lado: la anticipación continua, la profundización en cada evento y sus redes, los esquemas de patrones y tendencias, buscando alternativas de transformación y nuevas referencias ante las jugadas y relatos de los actores criminales, rápidas, impredecibles y con intenciones ocultas. Estas jugadas y relatos deben ser estudiados combinando herramientas de la inteligencia cultural y la prospectiva crítica.
Por ende, abordando adecuadamente los patrones generales de sus movimientos “generando un baile fluido de la estructura y la acción como sostiene el experto Sohail Inayatullah, se podrán pensar en aquellas imágenes de futuro colectivas que beneficien a los ciudadanos y ciudadanas, que están relacionadas con las alertas tempranas a escalas de tiempo distintas, de manera preventiva y proactiva; esto se asocia a lo que se denomina “frustración esperanzadora” proveniente de la impotencia y desesperanza frente a la imprevisibilidad en los movimientos de los distintos actores criminales, de sus redes, de sus desplazamientos, de sus narrativas, pero que a su vez es un efecto detonante para cambiar el chip de actuación. Por consiguiente, el guion de respuesta debe quedar abierto para finales no previstos, como lo es transitar de un estado en proceso de criminalización a un narcoestado.
El país exige salir de los abordajes coyunturales y epidérmicos, El futuro es un activo del presente, que exige un ejercicio colectivo de gestión del conocimiento y compromiso moral. En palabras del experto hawaiano Jim Dator, aludiendo a uno de los arquetipos de futuro -colapso- planteados en su trabajado de investigación, aconseja eliminar los juicios de valor de que “todo está perdido” y siempre habrá oportunidades más allá de los riesgos.



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