Por qué los niños perciben el tiempo más lento que los adultos

Sep 11, 2024

La percepción del tiempo es un fenómeno fascinante que varía significativamente a lo largo de nuestras vidas, y su comprensión en los niños es un campo que ha recibido poca atención. En mi hogar, las discusiones sobre la rapidez o lentitud del tiempo se han convertido en una constante.

“Es más corto en el carro”, afirma mi hijo, mientras que mi hija lo contradice, señalando que el tiempo parece arrastrarse. Sin embargo, ambos coinciden en que los días que siguen a eventos como Navidad o sus cumpleaños parecen interminables, esperando un año entero para repetir la celebración.

Este fenómeno no es solo una cuestión de percepción familiar. Teresa McCormack, profesora de psicología en la Universidad de Belfast, ha investigado cómo los niños experimentan el tiempo.

Según McCormack, la relación de los niños con el tiempo es distinta debido a un “reloj interno” que funciona a una velocidad diferente a la de los adultos. Aunque sabemos que los niños entienden eventos rutinarios como las horas de comer y de acostarse, no está claro cuándo comienzan a concebir el tiempo de manera lineal, como lo hacen los adultos.

La capacidad para medir la duración y la velocidad del paso del tiempo se desarrolla más tarde en la infancia. Mientras que los niños menores de seis años pueden percibir la duración de una hora de clase en función de su estado emocional, la comprensión de la relación entre velocidad y duración llega en etapas posteriores. McCormack explica que el uso del lenguaje temporal, como “antes” o “después”, también juega un papel crucial en esta percepción.



Investigaciones realizadas por Zoltán Nádasdy, profesor de psicología en la Universidad Eötvös Loránd de Budapest, han demostrado que la percepción del tiempo en los niños varía según el contenido emocional de una experiencia.

En un experimento, los niños entre cuatro y cinco años percibieron que un video de acción era más largo que uno tranquilo, mientras que los adultos encontraron lo contrario. Este fenómeno sugiere que nuestra experiencia sensorial sobre el tiempo es indirecta y se basa en heurísticas.

McCormack añade que la capacidad de los adultos para pensar en el tiempo de manera independiente está influenciada por el control que tienen sobre su entorno, como los horarios escolares. Los niños, en cambio, tienen un proceso de control menos desarrollado y pueden ser más impacientes, lo cual también afecta su percepción del tiempo.

Además, el estado emocional tiene un impacto significativo en la percepción del tiempo. Según Sylvie Droit-Volet y John Wearden, la percepción del tiempo se alarga cuando estamos estresados o aburridos, y se acorta cuando estamos felices o entretenidos. Esto se alinea con la experiencia de la pandemia de COVID-19, donde el tiempo parecía pasar más lentamente durante el confinamiento.

Adrian Bejan, profesor de ingeniería mecánica en la Universidad de Duke, sugiere que el deterioro físico relacionado con la edad también puede afectar nuestra percepción del tiempo. A medida que envejecemos, la distancia entre la retina y el cerebro aumenta, y el procesamiento de información se ralentiza, lo que puede hacer que el tiempo parezca comprimido.

Para mejorar nuestra percepción del tiempo y disfrutar más de nuestras experiencias, Bejan recomienda salir de la rutina, hacer cosas nuevas y mantener una actitud sorprendente. Al estar más activos y explorar nuevas actividades, podemos ralentizar la percepción del tiempo y mejorar nuestra calidad de vida.



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