No es nada nuevo que gran parte de los ciudadanos y ciudadanas ecuatorianos hemos entrado de lleno en un estado de desencanto frente al espectáculo político y sin resultados integrales en el que se ha convertido la problemática compleja de inseguridad. La sociedad en estado gaseoso en la que vivimos, las diversas problemáticas ni bien aparecen desaparecen por la inmediatez y sobre todo arrinconada no solo por el consumo, la propagación, de hechos, acontecimientos y sucesos- en el caso concreto violentos- sino porque el propio conocimiento derivado de la educación, el mismo sentido de la cultura se ha tornado gaseoso incapaz de dar respuesta a un entorno volátil, y por ende el tejido de relaciones sociales “al aire” se ha tornado en un espacio que se esfuma, dejando apenas huellas. ¿ Por qué?
El paso de una sociedad sólida de certidumbres y fotos fijas, comprensibles, analizables por parte de los diversos actores de la sociedad, se ha transitado al conocido mundo líquido de Bauman, donde es imposible captar estructuras formales, sino formas maleables, menos rígidas, tendientes al desborde, aun cuando se entiende que los caudales tienen un norte y a partir de ellos hemos logrado adaptarnos a un tipo de sociedad que ha mutado del laberinto a las arenas movedizas. Este tránsito se lo ha recorrido en las soluciones dadas por el conductor estatal a la problemática de la inseguridad, las múltiples violencias, y a la grave amenaza de tornarnos en un estado criminalizado, sobre todo cuando se ha declarado la existencia de un Conflicto Armado Interno. Con todo no ha sido suficiente la comprensión estratégica de que las amenazas a la seguridad y factores de riesgo se mueven en entornos gaseosos – planteado por Scolari y también por Royo- y, por ende, tienen un comportamiento, efervescente poco predecible, de gran movimiento, de explosiones inesperadas y, por ende, de configuraciones burbujeantes que cambian de tamaño, dirección, se dispersan y, consecuentemente, facilita su rápido movimiento, despliegue, innovación, anticipación continua, vigilancias que garantizan frente a los aparatos de fuerza lo que se denomina el esfuerzo diluido.
Por este motivo, la fragmentación, la infoxicación[1], la movilidad de las acciones criminales, sus redes recombinantes, su división criminal de trabajo, sus priorizaciones, sus ondas de desplazamiento, los diversos tipos de acciones tácticas criminales, y lo que es más crítico como se reproducen y amplifican estas acciones están relacionadas con una nueva reconfiguración cultural que es lo transmedial- muchos temas narrativas en diferentes plataformas y formatos- como la ilusión caleidoscópica de lo múltiple, cuando puede tratarse en realidad de un solo evento. A partir de ello, se han mutado los patrones de consumo gaseoso y cultural, mediante la omnipresencia de los átomos de información que se consumen de manera adictiva, por sus formatos, cambios, innovaciones, rapidez, formatos híbridos, nuevas versiones, inclusive llegándose a hablar de “atracones digitales”, sobre todo en el grupo de jóvenes adolescentes. Así, se producen dos fenómenos el botellón electrónico, de jóvenes que se recluyen en sus hogares emborrachándose de situaciones virtuales que les dan más gratificación que contactos personales y el vamping[2], por el cual los chicos alteran sus patrones de sueño, por permanecer conectados en las redes.
Por este motivo, se debe comprender que los diversos actores criminales que se adaptan mejor a este tipo de entornos complejos tienen claridad en que sus “blancos o potenciales alfiles” se pasan en las pantallas de celulares, tablets, televisiones, más de 11 horas en el día. Por esto, el mejor campo de batalla para los criminales es apoderarse de las redes sociales para reclutar, trabajar con mensajes subliminales, para ofertar trabajos ilegales, rápidos y de buena paga, reclutamiento de mujeres para pornografía y redes de prostitución, entre otras. Por supuesto, que eso implica estudios de “inteligencia cultural” y contrainteligencia por parte de los grupos criminales (mafiosos, redes criminales, actores criminales penetrados en el Estado, mafias, pandillas entre otros).
He presentado algunas reflexiones que es preciso profundizar si se pretende una gobernanza clara en seguridad.
[1] Uno de las grandes discusiones es que en la cultura snack ( gaseosa), se produce una nueva ecología mediática en la cual los nanocontenidos (y nosotros con ellos) salen disparados como moléculas en estado gaseoso y chocan entre sí formando una interminable carambola textual (Scolari 2021)
[2] Informe Atracón Digital. Empantallados.2017
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