El reto de los waorani para ‘reconstruir’ una selva manchada de petróleo

Sep 9, 2024

Foto de Karen Toro/El País de España

Foto de Karen Toro/El País de España

Rosa Nihua, una líder indígena waorani, lleva una línea roja pintada en su cara, debajo de los ojos y la nariz, y una ocabogata, una corona de paja decorada con plumas de guacamayo, que simboliza su autoridad como guerrera. Ella lidera el viaje desde la ciudad de El Coca hasta el bloque 16 del Yasuní, un territorio ancestral de su pueblo que ha sido gravemente afectado por la explotación petrolera, reseña El País de España.

El bloque 16, ubicado en la Amazonia ecuatoriana, ha sido escenario de una intensiva extracción de petróleo desde 1994. A medida que la industria petrolera se expande, el impacto ambiental y social en la región es cada vez más evidente. Las estructuras petroleras han arrasado miles de hectáreas de bosque, y el reciente derrame de petróleo ha contaminado el río Indillana, afectando la vida y el entorno de la comunidad Guiyero. “En cinco décadas, el pueblo waorani nunca ha mejorado; al contrario, las empresas petroleras han dejado problemas sociales y de salud”, afirma Rosa Nihua.

La visita al bloque 16 revela un paisaje devastado: tuberías y barriles manchados de petróleo, agua contaminada y una fuerte presencia militar para controlar el acceso. A pesar de que las tierras pertenecen ancestralmente a los waorani, la entrada al territorio requiere un registro ante Petroamazonas, la empresa estatal que gestiona la explotación. Rosa denuncia que la compañía proporciona combustible de forma irregular y que cualquier protesta es respondida con represalias militares.

En Guiyero, la vida diaria de los waorani se ve profundamente afectada. La comunidad enfrenta problemas como la falta de alimentos, agua contaminada y una pérdida de sus tradiciones. Los jóvenes, acostumbrados a la presencia de petróleo en sus vidas, luchan con la educación en un idioma que no es el suyo, y el turismo comunitario y la venta de artesanías se ven limitados por el control de las compañías petroleras.



El Estado ecuatoriano, mientras tanto, ha estado en el centro de la controversia por su gestión de los recursos petroleros y las compensaciones a las comunidades.

Aunque se han firmado convenios de compensación social, los fondos entregados han sido escasos en comparación con las enormes ganancias obtenidas de la explotación petrolera. Pedro Bermeo, portavoz de Yasunidos, critica la relación desigual y colonialista entre el Estado y las comunidades indígenas.

La reciente consulta popular que decidió mantener el petróleo bajo tierra en el bloque 43 del Yasuní ha reavivado la lucha por la protección de otros territorios indígenas. Sin embargo, el cierre del bloque 43 y la remediación de los daños ambientales podrían tomar hasta diez años, según el informe de Petroamazonas, lo que ha generado descontento entre los waorani que exigen una participación activa en el proceso de reparación.

“Este es el momento más crítico que estamos pasando como waorani: cómo volvemos a unirnos, así como éramos antes”, dice Ene Nenquimo, líder indígena. La falta de inclusión de las comunidades en los procesos de reparación y la continua explotación petrolera en el Yasuní son motivo de creciente preocupación y protestas.



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