En el complejo escenario electoral ecuatoriano, con dieciséis binomios confirmados para las elecciones de 2025, surge una pregunta crucial: ¿Estamos asistiendo a una expansión genuina de la democracia o, más bien, a una manifestación evidente de su crisis? En un país donde el deterioro en los servicios de salud, la educación deficiente, la creciente inseguridad y el desempleo generalizado impulsan a numerosos ecuatorianos a emigrar en busca de mejores oportunidades, la proliferación de candidatos expone una desesperada búsqueda de poder sin dirección clara.
En este contexto, el concepto de “infocracia” de Byung-Chul Han ofrece una perspectiva crítica para analizar esta problemática. La “infocracia” describe un sistema en el que la sobreabundancia de información y la fragmentación de la comunicación pueden desviar la atención de los problemas fundamentales, creando una ilusión de libertad que oculta un control sutil. A diferencia del control opresivo y la vigilancia constante del Gran Hermano en 1984 de G. Orwell, la infocracia mantiene a los ciudadanos distraídos y desinformados bajo una fachada de libertad.
Frente a una ciudadanía entretenida y dispersa en medio de una sobreabundancia informativa, y enfrentando los graves problemas de la reproducción de la vida cotidiana, surge la pregunta: ¿Cómo pueden los ciudadanos gestionar, analizar y reflexionar sobre una realidad tan fragmentada? La falta de un programa unificado que aborde los problemas esenciales del país solo aumenta esta dispersión, contribuyendo a una creciente desconfianza en las instituciones y en el proceso democrático.
En consecuencia, el marketing político, sello de la infocracia, se convierte en una herramienta para manipular y controlar la opinión pública. En lugar de fomentar un debate informado, se amplifica la polarización, transformando la política en un performance donde gana quien mejor actúa. A la par, la inversión en campañas electorales en un país empobrecido contrasta brutalmente con la escasez de recursos para satisfacer las necesidades básicas de la población. En un panorama con dieciséis binomios y una fragmentación política marcada, la capacidad para formar consensos y abordar los problemas urgentes se ve gravemente afectada. ¿Cómo podemos esperar avances reales en un escenario tan dividido y desinformado? ¿Existen alternativas para construir una representación democrática efectiva en medio de esta confusión?
Quito sin representantes
Por Carolina Moreno
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