A propósito del Plan ‘Fénix’ 

Sep 6, 2024

Francisco Trejo
Por Francisco Trejo

Un plan tiene objetivos y una finalidad para dar solución a una problemática de cualquier naturaleza y en un tiempo determinado. Este se diseña de acuerdo al nivel de la autoridad política que lo emite y ejecuta. Para hablar sobre el famoso Plan “Fénix” del Gobierno Nacional, que está direccionado para enfrentar la inseguridad y al narcoterrorismo en el país, se deben hacer ciertas puntualizaciones.  

La opinión pública y la ciudadanía están convencidos que debería ser divulgado en todos los estamentos, porque creen que es un documento voluminoso y lleno de estudios, disposiciones y estrategias. 

Para entenderlo mejor, debemos saber que la planificación va del nivel más alto de la decisión política al más bajo de ejecución; y en el caso de los planes de seguridad desde el nivel estratégico político, estratégico operacional a lo táctico.  

El nivel estratégico político (Presidente de la República) emite directrices de seguridad al nivel estratégico que son los ministerios. Estos elaboran planes operacionales que son remitidos a los niveles de ejecución operativa y tácticos, es decir,  que los planes tienen mayor detalle y disposiciones en esos niveles, porque en ellos se centra la ejecución en las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.  Allí, se requieren disposiciones específicas para su cumplimiento. 

Por eso, hablar del Plan “Fénix” no solo se trata de un proceso de planificación de las instancias políticas estratégicas, sino que sobre la base de las disposiciones y directrices estratégicas se desprenderán con mayor detalle los distintos planes operativos y tácticos. 

Por lo tanto, nunca se verá un voluminoso documento del Plan “Fénix”, sino líneas de acción integrales que abarquen todos los aspectos, determinando centros de gravedad estratégicos para permitir una ejecución efectiva y alcanzar los objetivos y metas definidas por el Gobierno. Por ejemplo: el control de las cárceles; la reducción de homicidios violentos; control del narcotráfico; control y seguridad de las fronteras terrestres, marítima y aérea; localización y detención de capos; control del lavado de activos; control de armas; fortalecimiento de capacidades operacionales; recomposición del tejido social, entre otros aspectos; estableciendo uno o varios planes para cada delineamiento o directriz política en los niveles correspondientes. 

Para que este plan sea efectivo, debe mostrar resultados tangibles, no solo percepciones; debe ser evaluado con indicadores de gestión para ir monitoreando el cumplimiento de metas y objetivos de las instituciones involucradas, con la finalidad de ir ajustando a nuevas circunstancias, porque el crimen organizado también va cambiando sus estrategias mafiosas, es decir, hay la necesidad de ser flexibles para enfrentarlos eficientemente. 

Los candidatos a la Presidencia y Asamblea Nacional, deben ser responsables y presentar planes de seguridad integrales objetivos y realizables, que den soluciones serias a la problemática de seguridad y no aprovecharse de ella como plataforma política sin sustentos reales y sin conocer a profundidad este problema.  

El desafío para el futuro de nuestro Ecuador es serio y los líderes políticos deben estar preparados para enfrentarlo de lo contrario la penetración de las mafias en la sociedad y el Estado seguirá creciendo a niveles insostenibles, por culpa de la indecisión y la anomia política. 



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