Pensar en el cuadro casi dantesco de la multiplicación de las violencias en el país, su historia, actores, tendencias y, consecuentemente, la interacción entre actores criminales y mercados criminales se ha tornado casi en un lugar común, al igual que los permanentes diagnósticos de lo que ocurre hoy, lo que aún no alcanzamos a ver y lo que se está cuajando para el futuro. Trascender el relato repetitivo de lo que ocurre, que se asemeja a una sobreposición de fotos fijas que derivan casi en recetas para neutralizar o atacar la inseguridad y violencia exige perspectivas más críticas y la responsabilidad de todos. No obstante, parece que generar analíticas complejas de los movimientos, emergencias, disrupciones todavía no tienen el asidero requerido; son tomados como ruidos por varios expertos e investigadores, quienes los consideran como elementos externos y no como los propios detonadores de la agudización de los riesgos y activación de las amenazas a la seguridad en los diferentes espacios y territorios sub- nacionales.
La profundización en las características de los territorios tanto en su componente físico como en sus connotaciones socio-culturales es una tarea no solo de geógrafos; también de quienes intentan comprender el fenómeno de la violencia en sus diversas dimensiones, los niveles de inseguridad y los actores asociados a mercados criminales y actividades ilícitas como la delincuencia- sea común organizada- al arraigamiento de pandillas y grupos mafiosos de diversa índole debe interpretar adecuadamente y producir conocimiento útil para quienes diseñan y gestionan políticas públicas criminales, de seguridad, penitenciarias, inteligencia. Esto para situar adecuada y diferencialmente las dinámicas subyacentes particularizadas que den luz a las causas estructurales de los conflictos y la gestación de la violencia en inseguridad en donde la relación con el tiempo es clave
Los diferentes territorios van mostrando ciertos patrones de elementos que se interdefinen (evidencian sus principales características unos frente a otros) como una especie de patrones coordinados que admiten los cambios del entorno frente al cual se adaptan, se modelan, emergen o cambian; además permiten hacer un seguimiento de sus movimientos, sus formas de operación. Un ejemplo concreto es la necesidad de diferenciar las particularidades de las tendencias y formas de organización adoptada por la minería ilegal y posterior narcominería en la provincia de Imbabura, zona minera de Buenos Aires, (Cantón Urcuquí), frente a aquella de la provincia del Azuay (Cantón Ponce Enríquez). Esto permite generar conocimiento anticipado, situado y específico para los tomadores de decisión y operadores de la seguridad, no de manera homogénea sino particularizada para garantizar su eficiencia y legitimidad en sus acciones.
La inteligencia cultural busca producir conocimiento de alto valor para la comprensión anticipada de las conexiones entre cultura y violencia, que exige un abordaje interdisciplinario (Sociología, Geografía, Criminología, Inteligencia Cultural, Seguridad) para el logro de la prevención del delito y acciones criminales. Esto, no solo mediante los patrones de comprensión de sus raíces, sino de la evolución de los patrones de relaciones y mecanismos de interacción entre actores diversos (distintos grupos criminales, pobladores de territorios y criminales, autoridades locales y pobladores, entre vecinos cooptados por actores violentos) y las respuestas adaptativas sean de violencia, miedo, silencio entre otras, que son más comunes que aquellas relacionadas con búsqueda de respuestas más constructivas – diálogo o mecanismos de construcción de paz- lo que afecta directamente a la cohesión del tejido social, y lo que es peor el desarraigamiento de sus territorios, el desvanecimiento del “sentido de su lugar” por la pérdida paulatina de su relación afectiva con él.
Cualquier política de Estado que pretenda comprender y diseñar las mejores acciones de respuesta frente a la cultura de violencia que se ha ido legitimando penosamente en varios puntos territoriales del país necesita incorporar las reflexiones contemporáneas de la inteligencia cultural.
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