Mucho se habla de la huella de carbono, del calentamiento global y del cambio climático. Sin embargo, ¿solo deberíamos preocuparnos de los gases de efecto invernadero?
La respuesta es NO.
Existe otra huella que estamos dejando como sociedad y de la que no se habla, la huella hídrica. ¿Pero qué es la huella hídrica y por qué es importante? Te lo cuento.
La huella hídrica es un indicador ambiental, nos permite conocer con exactitud geográfica el volumen de agua dulce que se consume y contamina para la producción de bienes y servicios por y para empresas, comunidades e individuos. Es decir, para una persona, por ejemplo, sumamos el agua que consumimos para tomar, higiene, limpieza y la que está de manera indirecta en los productos que compramos, la ropa que vestimos, entre otros.
Este indicador que en el país casi no se conoce, es vital para hablar de sostenibilidad. Pero, lastimosamente, las autoridades (Ministerio de AGUA, Ambiente y Transición Ecológica) poco o nada han hecho para su gestión.
La huella hídrica suma el volumen de agua que se usa de fuentes naturales como ríos, lagos, o fuentes subterráneas, el agua que cae por precipitaciones (lluvia, granizo, etc) y la que se contamina. Así se puede determinar un valor y tomar acciones para conservarla y usarla de manera eficiente.
Esto es vital en todo el planeta, sólo el 3.5% es agua dulce; de ella el 1.74% son glaciares y casquetes polares; el 96.5% es salada, es decir, deberíamos cuidarla, ¿no?
Para que tengan una idea, el promedio de la huella hídrica por cada persona a nivel mundial es de 3.795 litros de agua por día. Sí, eso es el equivalente a media piscina olímpica. En otros países como Bolivia, por ejemplo, esa huella es hasta de 9.000 litros por persona por día. Es casi imposible imaginar, ¿cuánta agua estamos usando?
En Ecuador es fácil ver personas lavando el auto con la manguera abierta y en la calle; fugas de agua sin arreglar por días; ríos contaminados por la actividad minera; emprendedores que usan el líquido vital como materia prima, sin pagar un valor diferente de quienes la consumen para uso domiciliario. Ni hablar de Carnaval (desde niña me causaba angustia ese desperdicio de agua). ¿Será justo?
Lo real es que como país estamos lejos de tener una consciencia del impacto de la huella hídrica que estamos dejando, y avergüenza que la autoridad ambiental tenga en el nombre la palabra AGUA y esté absolutamente ciega ante la crisis que se nos viene por su poca gestión con el líquido vital.
Fundamental abrir el debate, técnico, sobre el elemento vital.
El privilegio de la abundancia de agua, debido a nuestra ubicación geográfica, es cosa del pasado.