La semana pasada, los quiteños leíamos con sorpresa cómo el actual Alcalde de Quito, Pabel Muñoz, afirmaba: “Sabía que iban a criticar eso; pero, si yo me dedicara a trabajar sobre la política del like, estaríamos complicados.” Estas palabras se referían a la polémica compra de vehículos nuevos para los concejales y una Trail Blazer para él mismo.

Tiene razón en parte: en los gobiernos es crucial trabajar sin detenerse por las críticas cuando el beneficio es colectivo. Todos entendemos este principio, pero parece que nuestras autoridades lo han olvidado.

A pesar de que el Alcalde Muñoz asegura no trabajar para la política del like, ha decidido invertir casi tres millones de dólares en contratos de publicidad y comunicación. Este gasto resulta sospechoso, dado su discurso sobre no buscar la aprobación superficial.

El Alcalde parece creer que, al invertir en publicidad, lograremos tragar mentiras como las que ya se repiten en los medios municipales. Recordemos que, cuando fueron criticados por pintar los senderos seguros de amarillo, recurrieron a influencers y grabaron varios videos para limpiar su imagen.

Lamentablemente, el alcalde gasta mucho en contrarrestar críticas, a pesar de afirmar que no le importan. Es evidente que necesita mejorar, no solo su imagen, sino su gestión. Estamos a las puertas de una elección en la que los gobiernos autónomos descentralizados, bajo la representación de la Revolución Ciudadana, deben demostrar su capacidad para administrar lo público.

Mientras las autoridades derrochan millones en mostrar que no necesitan nuestra aprobación, nuestras ciudades siguen deteriorándose. Atraemos menos turismo, la limpieza es deficiente y las medidas preventivas de seguridad son prácticamente inexistentes. Todo esto ocurre mientras los ciudadanos, a pesar de ser mayoría y desaprobar a los gobernantes ineptos, seguimos refugiándonos en los buenos modales y el respeto a la democracia.

¿Hasta cuándo, Pabel Muñoz?