Con calendario en mano, contando día a día, con su equipo asesor, más colaboradores y amigos de confianza, la fiscal Diana Salazar se lanzó al ruedo. Una vez superadas las dificultades del embarazo y la seguridad médica que lo que falta en el proceso de gestación será sin complicaciones, retó a los asambleístas a continuar con lo que habían comenzado: el juicio político en su contra, pero le puso un condimento especialísimo, lo llamó “narcojuicio” y “burdo intento de revancha de los grupos delictivos a los que siempre les he resultado incómoda por el trabajo que con mi equipo hemos realizado con absoluto compromiso contra la corrupción, la impunidad y la delincuencia organizada”.
¿Cuál será el final de este encontronazo entre la fiscal general y la organización política empeñada en censurarla, destituirla y luego, por qué no, iniciar juicios con graves acusaciones y llevarla a la cárcel? Aun cuando los calculistas políticos estiman que a finales del mes de septiembre y los primeros días de octubre podría ser la fecha de comienzo de esta interpelación y el Ecuador vea a la fiscal Salazar defendiéndose desde el sillón de los acusados, personalmente creo que, hasta entonces, sus “vengadores” encontrarán la forma de postergar su arranque sin fecha definida, si no mismo evitar para siempre su ejecución.
Lo dicho es solamente una especulación sobre la base de una certeza. Los enjuiciadores, con calendario en mano, contando día a día, con su equipo asesor y acatando la primera y última palabra de su máximo líder, dicha desde Bélgica o México o Venezuela, concluirían que el tiempo para saldar deudas no es el mejor. Aunque los interpelantes se han preparado durante largo periodo, se hallan afiladísimos para servirse tremendo potaje, están fortalecidos con la dirección de la Asamblea y saben que, si bien la campaña presidencial y legislativa no ha empezado oficialmente, en Ecuador se vive ya un intenso tiempo electoral y eso no es cualquier cosa. Se trata de un asunto de importancia extrema y en su tratamiento y en su conclusión equivocarse va a ser fatal.
La fiscal Salazar, de principio a fin, de llevarse a cabo el juicio político, lo hará apoyada de poderosas y demoledoras exposiciones, muchas de ellas para que recién sean conocidas y reconfirmarán que su trabajo judicial ha sido impecable, e implacable en cuanto a descubrir, perseguir y llevar a la cárcel a quienes por su corrupción brutal le han causado un irreparable daño al país. De efectuarse el juicio difícilmente se conseguirán 70 votos para censurarla, y si no fuera así y llegara la sanción legislativa, los ecuatorianos habrán conocido mucho más de las corruptelas y de los crímenes cometidos por quienes una popular organización política los defiende y los santifica.
De verdad, este juicio a la fiscal se ha convertido en un quebradero de cabezas para sus auspiciantes. ¿Se realizará? ¿Quiénes se beneficiarán o perjudicarán? ¿Merece correr el riesgo? Ya lo veremos.
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