TESTIMONIO: Guillermo Abad Zamora, presidente de Justicia Vial, ONG especializada en Movilidad y Seguridad Vial a Ecuadorenvivo.com
Era 22 de diciembre de 2002 cuando recibí una llamada telefónica, de esas que uno espera no recibir nunca. Era mi hermana Cecilia, madre de Andreíta, mi sobrina. Entre tanto sollozo, logré entender que mi sobrina había sido ‘atropellada cerca de su casa, en la avenida Occidental, y que la habían llevado en una ambulancia al hospital.
Más tarde, en la sala de emergencias, el médico nos dijo que tenía una complicación, porque el golpe que había recibido fue a la altura de la cintura, cerca del pulmón. Mi sobrina sobrevivió. Tenía apenas 11 años. El conductor que la atropello se subió a la vereda, la arrolló y huyó.
Estábamos a dos días de la Navidad, esa fue y será una de las navidades más tristes para la familia, por el temor de que pudiera pasar lo peor, pero ella sobrevivió. Sin embargo, ese no fue el primer siniestro vial para nosotros. En 1980 perdimos a dos tíos. Yo era muy pequeño, pero recuerdo el dolor de mi tía, mi madre y de mis primas que quedaron huérfanas; eran muy pequeñas.
Luego del accidente de muestra sobrina, pensamos que algo debemos hacer para que esto no vuelva a suceder porque, cada día, llamadas como esa, destrozan a muchas personas, a muchas familias. Eso no puede seguir.
Empezamos a buscar las razones de tanto siniestro y nos topamos con que, en ese entonces, la mayor cantidad de accidentes eran provocados por conductores profesionales. Así fundamos Justicia Vial y nos inauguramos denunciando la venta de licencias profesionales a nivel nacional. Y continuaremos trabajando para que, algún día, logremos el objetivo de que nadie más reciba esas llamadas que destrozan la vida”.
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