Por: Annabell Guerrero
La reciente Ley para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio, aprobada por el régimen talibán en Afganistán, que prohíbe el sonido de la voz de las mujeres en público, representa un grave retroceso en los derechos humanos y las libertades fundamentales de niñas, adolescentes y mujeres en ese país.
Estas prohibiciones se basan en una interpretación estricta de la Ley Islámica o Sharia, y reflejan una estrategia deliberada para borrar la presencia femenina de la esfera pública y consolidar el régimen de terror que impera en Afganistán desde hace tres años.
Este acto de represión es parte de un patrón más amplio de violaciones sistemáticas de los derechos de las mujeres por parte del régimen talibán, que ha venido restringiendo sus libertades desde su regreso al poder en agosto de 2021.
La Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán ha publicado un listado con las 29 restricciones y humillaciones que enfrentan las mujeres en ese país. Entre ellas se encuentran: la prohibición total del trabajo, de los estudios, de practicar deportes, de recibir atención de médicos masculinos, de montar bicicleta, la obligación de usar burka, azotes y palizas por no ocultar sus tobillos, lapidación pública, prohibición del uso de cosméticos, que ha llegado incluso a la amputación de dedos por llevar las uñas pintadas.
En resumen, se busca confinar a las niñas, adolescentes y mujeres afganas a las cuatro paredes de sus hogares, lo que para ellas implica ser dejadas al margen de la sociedad.
A lo largo de la historia, el silencio impuesto a las mujeres ha sido una poderosa herramienta de opresión. Incluso la literatura occidental, a través de la Odisea, nos ofrece un primer ejemplo de un hombre diciéndole a una mujer que “se calle”; así encontramos al joven Telémaco diciéndole a su madre, Penélope: “Madre mía… vete adentro de la casa y ocúpate de tus labores propias, del telar y de la rueca… El relato estará al cuidado de los hombres, y sobre todo al mío.” Este silencio ha permitido la perpetuación de injusticias, abusos y desigualdades al impedir que las voces femeninas cuestionen y desafíen las normas establecidas.
Por ello, es fundamental presionar al régimen talibán con el fin de proteger los derechos de las mujeres en Afganistán y detener su invisibilidad forzada. Es crucial que la comunidad internacional tome medidas concretas para frenar esta opresión y evitar la consolidación de un estado de apartheid de género en Afganistán.
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