El Estado de anarquía

Ago 25, 2024

Por Alberto Dahik

Los países se enorgullecen cuando pueden decir al mundo que son un ‘Estado de derecho’. Un Estado de derecho es aquel donde la ley se respeta, donde las funciones del Estado tienen independencia y donde los pesos y contrapesos de la democracia funcionan.

Pareciera que Ecuador grita al mundo que es un Estado de anarquía, y que además se esfuerza por especializarse y avanzar en la construcción de esta aberración.

Todos los días los ecuatorianos nos levantamos para ver una maniobra dentro del Consejo de la Judicatura, otra dentro del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, otra en el Tribunal Contencioso Electoral, otra en la Corte Nacional, y mil maniobras más y acuerdos en la Asamblea Nacional, que, lejos de estar orientados a la búsqueda del bien común, están orientados a la búsqueda de un pedazo de lo que siempre se ha llamado “troncha”.

Recientemente la Asamblea Nacional decidió no acatar un fallo de la justicia. El fallo puede ser malo, incluso ilegal, pero la Asamblea no tiene la facultad de ignorar un fallo. Para ello existen caminos en la ley y en la Constitución.

La Fiscalía General del Estado, cuya extraordinaria labor en muchos casos como Metástasis y Purga no puede dudarse, reacciona ante un fallo de habeas corpus e inicia en forma directa un allanamiento para dos juezas de la Corte Nacional que concedieron la medida antes dicha.

Poco a poco cada ciudadano se va convirtiendo en árbitro de la ley, en intérprete de la ley, y de esta forma iremos llegando, poco a poco, a lo que conocemos como “la ley de la selva”, en la cual cada ciudadano decide tomar la justicia por sus manos, y hacer que lo que le parece injusto, o ilegal o inadecuado, se resuelva por sus propios medios, y no por el camino que dicta la ley.

Sin el Estado de derecho, jamás una sociedad ha podido avanzar y desarrollarse. Aun en la China totalitaria, hay procedimientos y se respetan. Las naciones europeas y los EE. UU., así como los países de asentamiento templado, como Australia y Nueva Zelanda, lograron el nivel de vida que hoy tienen no solo por las correctas políticas económicas, sino porque siempre vieron en la ley, y en el respeto a la institucionalidad, el camino para el progreso y el avance.

Argentina era, al igual que Nueva Zelanda y Australia, un país del hemisferio sur que recibió inmigración europea, y que apuntaba a ser lo que esos dos países son en la actualidad. Pero no solo se equivocaron en lo económico, sino que también generaron un Estado de manifiestas prebendas para grupos privilegiados por encima de la institucionalidad.

Con 17 candidatos para la Presidencia del Ecuador, será difícil que el tema de la institucionalidad se toque y que se logre unir voluntades para comenzar el camino hacia el Estado de derecho y para salir del Estado de anarquía.

Si no tomamos conciencia de que la cultura de la legalidad y de la convivencia civilizada es la única que hace progresar a los países, haremos que la anarquía, junto con los grandes problemas económicos estructurales no resueltos, nos impongan un maleficio eterno. 



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