Los ecuatorianos están fastidiados de las confrontaciones inútiles. Unas más venenosas que otras. Y en ese despertar de emociones sin sentido, se toma partido.
Los más serenos y juiciosos esperan cautos. Los otros, que son mayoría, se lanzan como jaurías sedientas a las redes sociales convertidas en verdaderas cloacas a cielo abierto.
En realidad, solo son meros espectadores de la bronca entre la fiscal general, Diana Salazar, y el periodista Andersson Boscán (La Posta), quienes son seguidos por un ejército de simpatizantes y detractores, reales o ficticios, azuzando el bochinche.
Lo peor de todo es que hay periodistas fans de la Fiscal que se prestan para el barullo. La funcionaria aprovecha el espacio televisivo y deja para la imaginación las insinuaciones en contra de Boscán. En la orilla opuesta, Boscán -dueño de un micrófono, pero no de la verdad-, lanza serias acusaciones en contra de la Fiscal.
Entredichos, fuertes y ponzoñosos, de dos referentes, que la opinión pública escucha.
Lo más sano para la República no es ventilar en público medias verdades. ¿Qué se sabrá tras bastidores, que la gente común no sabe?.
“Que se sepa todo, se publique todo, y se judicialice todo…Y que cada palo aguante su vela”. Imposible no estar de acuerdo con este sentir de un académico español afincado en nuestro país.
Cuando el río suena, piedras trae…