El botín es muy tentador.

La Fiscalía General del Estado es, quizás, la única institución que resiste de pie la feroz embestida de la mafia política y del crimen organizado.

Los tentáculos que intentan atenazar a la Fiscalía están desangrando a la sociedad.

Los pulpos son animales complejos e inteligentes, al igual que ciertos políticos y narcos, tienen la capacidad de camuflarse en el entorno. Ambos son maestros del camuflaje.

El asedio a la Fiscal General se da en varios frentes. La bronca en la sesión, ayer (miércoles) del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs) es uno de esos tentáculos apenas visibles por nosotros.

Literal. Volaron los micrófonos. No es poca cosa. Está en juego la próxima designación del Fiscal General del Estado. En el rifirrafe entre dos consejeros se ventilaron trapos sucios. Ya ni siquiera guardan las formas.

En paralelo, la Fiscal se ha referido en duros términos a la acción fiscalizadora pendiente en la Asamblea Nacional, a lo que ha llamado, sin pelos en la lengua: “Narcojuicio”. A las cosas hay que llamarlas con su nombre sentenció.

El pulpo, al igual que los narcopolíticos, se mueven, se esconden, incluso pueden sufrir la amputación de un brazo y seguir vivos. Lo mismo pasa con el narcotráfico y su sinfín de bandas que actúan como brazo armado.

El juicio político en contra de la Fiscal aún no tiene fecha. Se aproxima un clima de muertes violentas. Ya veremos de qué lado están los padres de la patria. En esta nos jugamos el país.