Educación y hábitus: Las trampas de la moralidad

Ago 18, 2024

Por: Heidi Galindo

La ética, como disciplina filosófica, examina los principios que guían nuestras acciones hacia el bien común. Platón sostenía que la bondad está intrínsecamente ligada a la sabiduría, pues solo a través del conocimiento podemos actuar rectamente. Aristóteles, en Ética a Nicómaco, veía la ética como la búsqueda de una vida armoniosa, basada en juicios correctos y moderación.

La reciente decisión del Ministerio de Educación de Ecuador, bajo la dirección de la ministra Alegría Crespo, de reincorporar la materia de Cívica al currículo escolar para el año lectivo 2024-2025 en la región Sierra y Amazonía, plantea una cuestión crucial: ¿está el sistema educativo enfocado en cultivar jóvenes virtuosos y colaborativos, o simplemente en dotarles de herramientas para sobrevivir en un entorno hostil y competitivo?

En este contexto, el impacto del entorno social en la moral que se impone es determinante. En una sociedad alienante que perpetúa desigualdades, la capacidad de los individuos para internalizar y practicar principios éticos que desafían el sistema establecido enfrenta obstáculos significativos. La alienación distorsiona la percepción de la realidad y limita la efectividad de cualquier reforma educativa, creando una desconexión entre los principios éticos transmitidos y la realidad cotidiana que desafía a la sociedad en su conjunto.

El concepto de “hábitus”, desarrollado por el sociólogo Pierre Bourdieu, es clave para entender esta dinámica. Bourdieu explica que, a través de la educación, los valores y saberes de la cultura dominante se imponen como objetivos universales, reproduciendo desigualdades y ejerciendo violencia simbólica. Los estudiantes asimilan e internalizan estos valores como parte de un esquema de percepción y apreciación, sin cuestionar su legitimidad.

La ética, entonces, nos impulsa a reflexionar sobre la moralidad imperante y a cuestionar si esta está diseñada para mantener el statu quo o para desafiarlo. En una época en la que la moralidad es frecuentemente manipulada y la autonomía moral se ve comprometida por doctrinas externas, es esencial que la educación no solo imparta valores, sino que promueva un pensamiento crítico capaz de cuestionar y transformar el orden establecido. Como señala Fernando Savater: “La ética no es más que el intento racional de averiguar cómo vivir mejor”. Este esfuerzo debe orientarse no a perpetuar desigualdades, sino a enfrentarlas con claridad y determinación.



0 comentarios



Te puede interesar


Suscríbete a nuestro boletín



Lo último