Hace más de una década la EPMAPS difundía en un tríptico: “Quito apuesta por ríos y quebradas libres de contaminación”. En mayo de este año me llega el video, muy recomendable, “La vida de un río”, documental de Jorge Anhalzer; que gatilló un foro ciudadano organizado por la Universidad San Francisco de Quito.
De todos los panelistas del foro, me llamó la atención la intervención de la gerente general de la EPMAPS, quien mencionó que desde 2016 disponen de los diseños definitivos para la implementación de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) de Vindobona; y a pesar de los esfuerzos realizados en las administraciones previas para su financiación, decidieron desechar ese desarrollo e iniciar recientemente nuevos estudios para implementar tres plantas de tratamiento, de las cuales sólo se refirió a la PTAR Quito y la PTAR Calderón. La de Quito trataría las aguas residuales (AARR) del centro-sur (es decir, el 50% de las AARR de la ciudad); y sobre la PTAR Calderón, se limitó a mencionar que tendría una inversión de $90 millones, costo que sería financiado con recursos de la EPMAPS.
A mediados de junio, en un informe difundido por Teleamazonas, el alcalde de Quito terminó por confundirme al declarar que su administración había decidido enfrentar la falta de infraestructura en el tratamiento de AARR con una inversión de $900 millones, para financiar “23 PTAR” que se sumarían a las 12 ya existentes. Estas últimas representarían actualmente un 3% de cobertura de tratamiento. Me llama la atención la declaración, porque actualmente en Quito solo opera una PTAR, la de Quitumbe, al sur de la ciudad.
Acorde a la poca información pública disponible, el proyecto Vindobona suponía una inversión de $758 millones para el tratamiento de 7.600 l/s. Inversión que se desglosa en $ 300 millones para el sistema de alcantarillado (compuesto de intercepción y transporte por emisarios a la PTAR); $71 millones para generación eléctrica, y los restantes $387 millones para el PTAR Vindobona.
Prácticamente todos los proyectos de saneamiento no son viables financieramente. ¡Hay que hacerlos viables!, vía subsidios gubernamentales, por ejemplo. Proyectos de saneamiento de la envergadura de Vindobona no pueden financiarse simplemente con tarifas. El desafío de la gestión empresarial es lograr financiamiento y no ajustar o limitar las soluciones técnicas con proyectos parches de financiamiento limitado. Además, no está claro, si hay o habrá $900 millones para financiar hasta 23 plantas de tratamiento. Cabe preguntarse, ¿por qué no hay dinero para financiar una sola PTAR de $387 millones?
La ciudadanía debe ser informada transparentemente sobre la política y el alcance real de los proyectos mencionados -incluyendo costos de alcantarillado, cuáles serían los caudales de AARR crudas a depurarse- y demostrar fehacientemente al mundo técnico y a la opinión pública, cómo muchas plantas de tratamiento de menor capacidad operarían más económica y eficientemente que una planta centralizada. Al parecer el efecto de escala no aplica para las PTARs en Quito, todo un ¡Novum! Por sobre todo dar cuenta de ¿por qué se decide botar a la basura un proyecto de la categoría del Vindobona, no solo ¡Listo para su ejecución! Sino preparado con un gran esfuerzo y costo, incluso con asesoría internacional y que da una solución integral a la problemática del saneamiento en Quito, que no es tarea fácil.
La contaminación de los ríos y quebradas de Quito es acuciante y una bomba de tiempo. El gobierno tiene la oportunidad de hacer historia y solucionar esta gran problemática de la capital. Sin embargo, conocedor del canibalismo y la miopía de la política ecuatoriana, me temo que la promesa del tríptico de la EPMAPS seguirá sin cumplirse por muchos años. Sinceramente espero equivocarme.
0 comentarios